¿Alguna vez deseaste lo que es imposible? ¿Que pasaria si eso se vuelve realidad?

sábado, 24 de abril de 2010

1. País nuevo, familia nueva, ¿vida nueva?

Al otro día, nos levantamos a las seis, desayunamos, guardamos las últimas cosas y el taxista, muy puntual, a las siete y cuarto nos esperaba en la puerta. Antes de salir, Griselda nos abrazó, nos llenó de recomendaciones, nos aseguró que iba a cuidar la casa y que nos iba a extrañar. Guardamos los bolsos en el baúl y entramos en el taxi. Y antes de partir, di el último vistazo a nuestra vieja casa. El taxi se puso en marcha y dije adiós a mi barrio.
Al llegar a Ezeiza nos esperaba Carolina muy bien vestida. Nos saludo y preguntó como nos sentíamos.
-Nerviosas –soltamos a dúo.
-Tranquilas, va a salir todo bien –nos animó –recién me llamó Carlisle. Las espera en el aeropuerto de Port Angeles. Ustedes van a tomar un vuelo hasta Seattle y de ahí otro vuelo a Port Angeles. El va a ir con la esposa y con algunos de sus hijos adoptados.
-Entonces no es la primera vez que tiene una tutoría –dije yo.
-Podría decirse. La esposa no puede tener hijos, así que adoptaron.
-Ah.
Nos interrumpió el altavoz diciendo que el vuelo a Seattle tenía que ser abordado por la puerta cinco. Nos despedimos, registramos los bolsos y abordamos.
Los vuelos fueron tranquilos. Era hermoso volar. A mi hermana le tocó en la ventanilla, pero no me importó ya que Carlisle nos había mandado boletos para primera clase. No podíamos creerlo cuando nos dimos cuenta. La atención fue realmente asombrosa. Nos ofrecían gaseosas, pochoclos, frazadas, almohadas y montón de cosas más. Finalmente, llegamos a Seattle. En ese momento agradecí a Dios que mi padre nos mandara a un colegio bilingüe toda nuestra vida, así que el ingles lo teníamos bastante bien. Preguntamos donde se abordaba para ir a Port Angeles.
-Puerta 3 –nos dijo la amable recepcionista –pero apurensen que ya esta por salir.
Fuimos corriendo, registramos nuevamente los bolsos y subimos. De nuevo, primera clase. Me estaba empezando agradar este Carlisle. El vuelo no duro más de una hora, así que la película que nos pusieron, “Entrevista con el vampiro” la vi por la mitad. Cuando anunciaron la llegada, nos miramos con mi hermana. Finalmente habíamos llegado a destino. De solo pensar que Carlisle nos estaba esperando afuera, nos hizo sentir un escalofrío por toda la espalda. Antes de salir al aeropuerto, cuando íbamos por el pasillo, Nan me tomó del brazo.
-¿Qué pasa Nan? ¿Te sentís bien?
-Jaz, estoy muy nerviosa –confesó.
-Quedate tranquila –sonreí y la abrasé –siempre voy a estar con vos hermanita.
La solté, la tome de la mano y fuimos hacia el encuentro. El final del túnel. Salimos y había bastantes personas, pero ningún Cullen que yo conociera. Veíamos a las personas, pero nadie nos veía con atención, como para reconocernos. Salimos completamente del gentío y caminamos un rato más, hasta que cerca de la cafetería del aeropuerto de Port Angeles vimos un cartel con nuestro apellido sostenido por un joven. Estaba acompañado por una pareja y otro joven, tal vez, un poco más joven que él y estaban parados al lado de la oferta del jugo de frutas de tres sabores. Eran bastantes llamativos. El hombre no pasaba de los treinta años, su rostro totalmente pálido, alto, delgado, con unas sombras oscuras en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja…pero era otra cosa la que me llamaba la atención. Y no sabía que era. Su esposa era un poco mas baja que él, pelo castaño, delgada, pálida, igual de contenta que su marido y con el mismo encanto. Había dos varones acompañándolos. Si no supiera que eran adoptados, nunca lo hubiera adivinado. Eran muy parecidos al padre. Uno era alto, corpulento, pelo oscuro y rizado, demasiado fornido, la misma sombra de los ojos del padre, sus brazos resaltaban en la remera manga corta que llevaba, pálido igual a sus padres y con una sonrisa menos llamativa; el tenía el cartel. Tenía el mismo no se que no puedo lograr explicar. Luego mire a su hermano. Y no pude seguir viendo a nadie más. Su hermosura me dejó petrificada. Era alto, musculoso pero menos que su hermano, su rostro pálido, su cabello cobrizo y desordenado me llamaba aun más, pero lo mire a los ojos. Eran de color dorados, brillantes, con la sombra oscura en sus parpados y su mirada mostraban un poco de confusión. Me miraba algo extrañado, como contrariado. Luego, cambie la dirección de la mirada y mire a mi hermana.
-Allí están –le dije.
Ella me miró, suspiró y caminó conmigo.
-¿Carlisle Cullen? –pregunté.
-Así es, mucho gusto –me dijo muy sonriente y me dio la mano -¿Vos sos Nancy o Jazmin?
-Soy Jaz. Ella es mi hermana Nancy.
-Nan –me corrigió mi hermana.
-Mucho gusto –dijo -Ella es Esme mi esposa –presentó.
-Mucho gusto –dijimos a dúo con Nancy.
-Igualmente –respondió la mujer igual de contenta que su esposo.
-Él es Emmett –señaló al de pelo rizado.
-Hola –saludó y me dio la mano y luego a Nancy muy sonriente.
-Y él es Edward –señaló al de pelo cobrizo.
-Hola –saludo Nancy como si nada. Yo lo mire nuevamente. El hizo una sonrisa que me hizo sonrojar.
-Mucho gusto –dijo todavía con la sonrisa en sus labios. Su voz era dulce, aterciopelada.
-Igualmente –logré decir.
-Seguro que están muy cansadas por el viaje –dijo Esme –ahora la llevamos a casa así descansan.
-Esta bien –respondimos.
Salimos del aeropuerto y nos dirigimos al estacionamiento. El día estaba sumamente sumergido en nubes grises y había humedad en el aire. Emmett junto con Edward llevaban nuestro equipaje.
-¿Cómo fue su viaje? –preguntó Carlisle.
-Bien –respondí –gracias por los boletos.
-Por favor, no agradezcan. Al fin y al cabo son mis sobrinas.
“Con que somos las sobrinas finalmente” me dije a mis adentros. Yo todavía no encontraba como ese hombre era mi tío. Tal vez, como algo simpático, sería mi tío. Así como los nenes, a eso de los tres años, cuando conocen a los amigos de los padres y los llaman tíos. Me parecía bien.
-Muy bien –dijo Carlisle, sacó las llaves y sacó la alarma de su auto. Lo que mi hermana y yo nos sorprendíamos porque era un Mercedes Benz negro. Al lado había un Volvo plateado. Los dos jóvenes subieron al Volvo y nosotras subimos con Carlisle y Esme en el Mercedes. Durante el viaje se hicieron preguntas muy comunes, como cuantos años tienen, cuando los cumplen y esas cosas. Se pusieron muy felices en que el mes entrante sería nuestro cumpleaños numero dieciocho.
-Alice se va a emocionar mucho –dijo Esme sonriendo.
-¿Alice? –preguntó Nancy.
-Es mi hija. Y les encanta las fiestas. En casa quedaron otros más. Alice, Rosalie, Jasper, Bella y la mas pequeña de la familia, Nessie.
-Ah –dije.
El viaje fue bastante rápido. En cuarenta minutos estuvimos en la casa. Quedaba en el medio del bosque, totalmente alejada del pueblo. Era enorme, hermosa. Las paredes que daban al bosque que la rodeaba eran de vidrio, lo que se podría ver el interior de la casa. Al lado de la gran casa estaba el garaje donde lentamente entramos. Yo no podía creer lo que estaba viendo. Un BMW M3 rojo descapotable, un Jeep Wrangler color claro, Porsche 911 Turbo y un Mercedes Benz Guardián. Nan estaba con la boca abierta. Acerqué la mano a su mandíbula y se la cerré.
-Bien. Llegamos –dijo Esme y salió.
A los dos segundos, me abren la puerta. Me sobresalte.
-Disculpame si te asuste –dijo la voz aterciopelada de Edward.
-No…esta bien –dije avergonzada. Creo que me sonrojé. Edward sonrió. Del otro lado estaba Emmett abriéndole la puerta a Nancy.
Cuando salimos, fuimos en dirección al baúl a buscar nuestros bolsos, pero Carlisle nos detuvo.
-Emmett, ¿podes llevarles los bolsos?
-Seguro –dijo el grandote. Abrió el baúl, tomo nuestros bolsos y los levanto como si nada. Me sorprendió.
-Síganme adentro, por favor.
Entramos a la gran casa. En el siguiente cuarto había un sillón, al lado un gran piano de cola negro y unas rosas rojas.
-¿Quién toca el piano? –pregunté generalmente.
-Emmm…Yo –respondió Edward sonriendo.
-Ah…interesante -dije. Prefería no mirarlo mucho, sino iba a ser muy obvio que me llamaba la atención.
Seguimos caminando y llegamos a la sala. Estaba el televisor rodeado por sofás blancos, mas cerca de nosotros había una mesa con algunas sillas y con un jarrón encima con rosas rojas, había otros muebles que no pude lograr ver, ya que veía a la gente que estaba parada esperándonos. Había una chica rubia, pálida, alta, ojos dorados, pelo largo hasta la cintura y era muy hermosa, al lado de ella estaba una chica no muy alta, pelo oscuro y corto, las puntas del cabello no tenían dirección, pálida, ojos dorados y muy linda tambien. Me hacía acordar a un duendecito. Luego, a su lado estaba un joven rubio, con rizos, pelo corto, no muy alto, no era muy musculoso como los demás, pero en su cara se dibujaba rudeza y violencia, ojos dorados tambien y tenía los ojos rodeados por una sombra oscura. Al otro lado de la sala se encontraba una joven castaña, ojos negros, pálida como los demás, delgada, pelo largo y ondulado y muy hermosa. A su lado estaba una chica de unos catorce, tal vez quince años, pelo castaño con ondulaciones en las puntas, ojos marrones, y tenía una media sonrisa que se asomaba por sus labios; su piel era tambien pálida y la hermosura de sus padres. Esa sonrisa me hacia acordar a alguien, pero no sabía a quien. Emmett, Edward, Esme y Carlisle se reunieron con ellos, los saludaron y Carlisle presentó.
-Jaz, Nan, ellos son Alice –señaló a la pequeña duendecito –Jasper –al chico rubio que parecía enfermo –Rosalie –la rubia exuberante –Bella y Nessie –dijo finalmente y señaló a la joven castaña y a la adolescente –son mi familia. Así como lo son ustedes ahora.
-Mucho gusto –dijimos, luego seguí yo sola –Un gusto en conocerlos. Yo soy Jaz y ella es mi hermana melliza Nan.
-Wow, no se parecen –soltó Emmett.
-Y…es larga la historia –sonreí. Ellos tambien rieron, menos la rubia. parecía la más antipática. No le preste atención.
Cuando estuvieron todos juntos me di cuenta lo que tenían en común. De la forma que se te ocurra verlos, todos ellos eran hermosos. Las facciones eran perfectas, la manera de pararse, todo hacían verlos bien. Se veía muy obvio que nosotras no éramos familiares directos. Lo que me di cuenta, como Emmett estaba al lado de Rosalie, Alice al lado de Jasper y Carlisle al lado de Esme, así Edward se acercó a Bella, la tomó de la cintura y la beso en la frente. Me perturbo bastante. Alice, la joven de pelo corto se nos acercó e interrumpió mis pensamientos.
-¡Hola chicas, bienvenidas! –nos saludo y nos abrazó con una sonrisa perfecta.
-Hola –dijimos nosotras y devolvimos el abrazo con cierto desconcierto.
-Alice, ¿las podes acompañar a sus habitaciones? –pidió Carlisle.
-¡Con mucho gusto! –dijo la chica y nos tomo de las manos –vamos, síganme.
-Rosalie, ¿puedes acompañarme a la cocina, por favor? –tartamudeó por lo bajo Bella.
-Si…-soltó cortante la rubia y las dos salieron por la puerta principal.
Nosotras junto con Alice subimos una larga escalera que nos llevaba al piso de arriba. En la mitad de la escalera vimos un cuadro de colores pero hecho, con lo que parecía, gorros de graduación.
-¿Y esto…? –preguntó Nancy.
-Es un cuadro que nos hizo un amigo de la familia –dijo.
Las dos nos miramos. Preferimos no hacer preguntas y seguimos subiendo. Llegamos a un pasillo que parecía donde quedaban la mayoría de cuartos. Mientras lo caminábamos, Alice nos hacía las mismas preguntas que nos hicieron Carlisle y Esme en el auto. Y Esme tenía razón. Alice ya estaba organizando la gran fiesta de las mellizas. Nosotras intentamos pararla para decirle que recién llegábamos y que no conocíamos a nadie. Ella solo se limitó a sonreír y nos señaló una habitación.
-Aquí van a quedarse.
Nos quedamos mudas. Esa habitación era el doble de tamaño de la que teníamos en Argentina. Los ventanales que daban directamente al bosque estaban cubiertas por unas cortinas color blanco resplandeciente, el piso era de madera bien lustrado, cerca del ventanal del fondo estaban las dos camas separadas por un pequeño pasillo y había un peluche enorme en cada cama, tenían frazadas del mismo blanco de las cortinas, entre medio de las camas y contra el gran ventanal había una pequeña mesa de luz que tenía un velador, libros de distintos autores y más; contra el ventanal izquierdo había un gran diván que la cabeza daba para la televisión que estaba colgada de la pared, en la pared, en la parte derecha había un gran modular que cubría la mayoría de la pared tambien blanco que en el medio tenía un hueco en donde estaba un gran equipo musical con unos parlantes enormes y arriba había un montón de cd´s. La verdad no podíamos creer lo que nuestros ojos estaban viendo. Era excelente.
-Pensamos que como están en un país bastante lejos y desconocido querían dormir en la misma habitación –dijo con una sonrisa Alice.
-Eh…sí –logró decir Nancy. Yo todavía no hablaba.
-¡Vamos, pasen! –invitó Alice mientras nos empujaba lentamente.
-Si…seguro –dije yo finalmente.
Entramos y parecía que el aroma del bosque estaba en ese lugar. Era hermoso.
-Voy a decirle a Emmett que suba sus bolsos –dijo y se fue Alice.
-¡Gracias! –le logramos decir antes de que se vaya.
Nos acercamos a las camas y nos tiramos en ellas. Era muy cómoda mi cama y supuse que la de Nan tambien porque hizo la misma cara que yo. En eso, golpean la puerta.
-Perdonen, les traje sus bolsos –dijo el musculoso Emmett sonriendo.
-Esta bien, gra… –dije y no pude terminar por algo que me interrumpió.
-¡No, Seth! –soltó la voz de Bella que venía del piso de abajo. Yo me mire con mi hermana. En dos segundos, al lado de Emmett apareció un gran perro de color medio rojizo. Yo no podía creerlo, me fascinan los perros. Pero lo mas raro que era mas parecido a un lobo que a un perro…pero me parecía medio ilógico que en una casa de familia tengan como mascota a uno, porque son bastantes feroces. El perro nos miró primero a nosotras y luego a Emmett.
-¿Es de ustedes? –pregunte emocionada.
Alice en dos segundos estaba en el umbral de la puerta. Miro al perro y me miró a mí. Al darse cuenta que me atraía el perro, su mirada se relajo y contesto por Emmett.
-Ssssssiii…
-¡Ay! ¿cómo se llama?
-Seth –soltó Emmett sonriente.
-¿Muerde? –preguntó mi hermana acercándose lentamente al gran perro.
-Nnnno…-soltó con el mismo tono Alice.
-Seth –llame. El perro me miró. Parecía sorprendido. Luego se acercó. Le acerque la mano a la cabeza y lo acaricié -¡Hola, bonito! ¿Cómo estas?
Lentamente el perro empezó a mover la cola, en afirmación que le gustaba mis cariños.
-¡Sos muy bonito! ¿Sabias?
El perro me miró y parecía que sonreía. Yo me reí.
-Vamos Emmett, Seth. Las chicas seguro que quieren ordenar sus cosas –y luego Alice nos miro –siéntanse como en su casa.
Cuando se fueron, nos miramos con mi hermana y sonreímos.
-¡Guau!
-Exactamente –dije yo –hay algo en ellos que…me atrae…
-No lo sé… –dijo mientras guardaba su ropa ordenadamente en el placard blanco –pero a mi no me mentís. Esa miradita que lanzaste sobre Edward…
-¿Cómo? –dije yo haciéndome la desentendida y haciendo que sacaba varias cosas y las ponía en la mesa de luz.
-Dale, a mi no hermanita –me dijo sonriente y se tiro en la cama –a vos te gusta Edward.
-No se que de que estas hablando –le dije mientras trataba de ponerme lo mas seria posible -¡Y termina de una vez de guardar tu ropa que quiero guardar la mía!
Por fin terminamos de ordenar nuestra habitación y mire el reloj. Las nueve de la noche. Me recosté un rato en mi cama y cerré los ojos. Pensaba n todo lo que había vivido. El viaje, nuestros parientes nuevos, Edward…y me quede pensando en él. Esta mal, lo sé, es mi primo. Pero bue, soy humana. Su voz, sus facciones, sus ojos…Luego de varios minutos siento una cosa peluda tocando mi mano que colgaba de mi cama. Seth.
-¡Seth! ¿Qué haces acá?
El perro me agarró de la manga y me empujaba hacia la puerta. Mi hermana no estaba. No sabía si me había dormido. El perro seguía empujando de mi manga larga.
-¡O.K! ¿Dónde queres llevarme?
Me hizo salir de la habitación y seguirlo hasta la cocina de la casa. Cuando llegue estaba Esme, Alice, Edward, Bella y Rosalie sentados en la mesa y Reneesme comía junto con mi hermana.
-Perdón, me dormí –explique tratando de no ponerme colorada.
-No hay problema, entendemos –me dijo Alice sonriente.
-¿Mi hermana la hambrienta le pidió comida? –pregunte y le pegue en la espalda medio jugando y medio en serio.
-¡Ay! –se quejó.
-No, no es así –dijo la voz aterciopelada que me hacía poner los pelos de punta –Es que pensamos que tendrían hambre, ya que casi no comieron nada –dijo Edward y cuando lo mire sonrió.
-Ejemm…es…esta bien… -tartamudeé -¿ustedes no comen?
-Generalmente no cenamos –dijo Esme.
-¿Queres comer? –ofreció Bella.
-Esta bien, Bella. Gracias.
Ella se levantó, buscó un plato chico y me sirvió una porción de pizza. En un momento mire a sus ojos y vi que los tenía dorados. Me sorprendió, por que juraba que esa tarde los tenía negros.
-Gracias –le dije y me senté ¡oh, casualidad! al lado de Edward. Era el único lugar vacío -¿Te puedo hacer una pregunta, Bella?
-Si, seguro –tartamudeo.
-¿Estas usando lentes de contactos?
-No –contestó ella mientras me miraba seria.
-Porque hoy a la tarde te vi y tenías los ojos negros y ahora…son dorados… -le decía mientras miraba a sus ojos más detenidamente. Ella se quedó dura. Cerró los parpados y movía la cabeza con movimientos cortos.
-Lo que pasa es que Bella tiene la característica esa…no me sale el nombre…que le cambian los ojos de color –respondió Esme –ay…no me acuerdo…como se nota que Carlisle no esta…
-¡Ah, como el cantante de My Chemical Romance! –soltó mi hermana.
-Exacto –respondió Bella mientras volvía a su asiento.
Yo quedé satisfecha con la respuesta. Cuando me disponía a comer, llegaba Carlisle.
-Buenas noches –saludó.
-Buenas noches –saludamos todos.
-Jaz, Nan, ¿Cómo la están pasando?
-Bien –dijimos las dos.
-Discúlpenme que hay salido apurado, es que me surgió algo en el hospital…
-Esta bien –dije yo.
-¿Y Jasper y Emmett? –preguntó mi hermana.
-Fueron a buscar unas cosas a la casa de un compañero –respondió Carlisle –yo los llevé.
En ese momento miro a Nessie que me estaba mirando. Estaba a pocos metros de mí. Note que Edward se puso tenso.
-No, Nessie –dijo Edward.
-Quedate tranquilo Edward, no voy a hacerle daño –respondió la adolescente mientras se me acercaba.
Yo la mire. Sus ojos marrones estaban mirándome fijamente.
-Esta bien –le dije –no me molesta…
Bella miró a Edward. Edward le dio una afirmación con la cabeza.
-¿Puedo hacerte una pregunta? –le sugirió a la adolescente.
-Seguro –respondió.
-¿Qué significa Reneesme?
-Reneesme es la unión del nombre de la madre de Bella con la nuestra –me explico Rosalie –Reneé y Esme.
-Es muy rebuscado, pero esta bueno –respondí.
En un momento, sin querer, ella levanto su mano para correrse el pelo y me toco la cara. Me vinieron imágenes a la cabeza. Ví una mujer gritando de dolor bañada en sangre y una gran bola sobresalía de su estómago. Estaba gritando de dolor y sufrimiento. Luego vi un claro, un lugar descampado pero que alrededor había árboles y malezas, como un lugar en el bosque. En el medio había muchas personas divididas en dos grupos. Vi uno de los grupos. Tenían capas rojas y negras, sus tez eran pálidas y de perfecta simetría como los demás del otro grupo. La diferencia era que todos ellos tenían ojos rojos y sonrisa siniestra. Mire a los del otro grupo; los vi mas detallado y vi que no eran personas normales. Ojos dorados, ojos rojos, ojos negros, pálidos, hermosos y a la vez tan feroces. Sus teces perfectas y pálidas, perfecto cuerpo y en excelente estado físico. Estaban semi agachados, como que estaban preparados para saltar en cualquier momento. Me hacían acordar a los tigres o pumas cuando están a la espera de atacar una presa. Esperando el momento preciso. Mire atrás de ellos y había una manada de lo que parecían lobos gigantescos como Seth que parecían estar cubriéndolos de algo, como protegiéndolos. Todos esos animales eran de pelaje distinto. Note tensión en ese ambiente. Y tambien note que en el segundo grupo estaban todos mis familiares Cullens de Forks. Tuve que cerrar los ojos y sacudir la cabeza.
-¡Jaz! ¿Estas bien? –me dijo Reneesme. Sin darme cuenta, estaba en el piso.
-Si…creo… -dije tratando de sacar la imagen de la cabeza.
Inmediatamente, Bella alejo a Nessie de mí y yo me tuve que sostener de la mesa para pararme. Estaba muy mareada y confundida. Tuve a mi hermana al lado en dos segundos y a Esme y Alice agarrandome de los hombros.
-Creo que es hora de que vayas a dormir Nessie –le dijo Carlisle.
-Esta bien –dijo media avergonzada sin saber que decir.
-Jaz, ¿estas bien?
-Si…sólo… -tartamudeaba mientras cerraba los ojos y me frotaba la frente –me vinieron unas imágenes a la cabeza…tal vez de una película de terror…
-Rosalie, tráeme mi maletín de mi cuarto.
-Si, Carlisle –dijo la rubia y corrió hacia las habitaciones. A los pocos minutos, estaba sentada y Carlisle me estaba examinando.
-Estas bien –me dijo –tal vez porque no comiste nada te bajo la presión. Comes algo y listo –me sonrió. En esa sonrisa encontré la sonrisa de mi padre. Me estremecí.
-Esta bien –dije –ahora como algo.
-Carlisle, Esme ¿puedo hablar un momento con ustedes? – preguntó Rosalie.
-Seguro. Vayamos a mi oficina –dijo y se fueron Rosalie, Carlisle y Esme. Quedamos con Alice.
-¿Estas mejor? –me preguntó Alice mientras me servia un poco de gaseosa.
-Si, gracias –le conteste.
-Bien… -sonrió. Luego preguntó -¿Qué imagen dijiste que viste?
-Era de una mujer que estaba bañada en sangre y como con una gran bola que salía de su panza. Estaba acostada en una camilla y gritaba del dolor…fue bastante escalofriante –conteste. No conté lo del claro, me iban a creer loca.
-Debe ser del cansancio –dijo Alice –es mejor que comas esto y te acuestes a descansar.
-Es lo que iba a proponer –soltó mi hermana.
Terminamos de cenar y nos fuimos a acostar. Mientras Nancy se lavaba los dientes, yo me ponía un pantalón largo color verde musgo y una musculosa media gastada para dormir. En eso, golpean la puerta.
-Ya voy –dije. Al abrir la puerta, me encontré con una mirada dorada que me hipnotizaba. No tenia la mas pálida idea de cómo lo hacía, pero Edward me intimidaba. Y mucho. Estaba vestido con una remera azul manga corta y un pantalón negro.
-Disculpa que te moleste –dijo con una sonrisa –solo quería saber como estabas.
-Emmm…bien, gracias por preguntar –le dije mientras su mirada trataba de encontrar mis ojos. No se porque lo hacia, pero no duro mucho su búsqueda. Lo mire y en dos milésimas de segundos me sonrojé. El sonrió.
-Esta bien. Bella y Nessie estaban preocupadas. Y al decir verdad, yo tambien.
“¿En serio?” me pregunte a mi misma con una alegría que salía de mis adentros.
-No fue nada, solo que me bajo la presión y tuve un pequeño desmayo. Eso fue todo.
-Emmm…Antes que me vaya, quería hacerte una pregunta.
-Si…-dije enseguida.
-¿Te gustaron los cd´s? –preguntó sonriente. Yo sonreí y mire al piso.
-Si, bastante. Gracias.
-No me agradezcas.
Un silencio abordó ese lugar. Él seguía mirándome como buscando algo dentro de mis ojos. Yo no los apartaba por nada del mundo. Sus ojos parecían llamarme, buscarme. La ventana estaba abierta y una pequeña brisa se hizo presente por detrás de mi espalda. En ese momento, él se tapó la boca y me miró extrañado, como no pudiendo soportar algo. Sin decir nada, se dio media vuelta y se fue casi corriendo. Yo me quede quieta, extrañada. Me olí mi pelo. Tenía olor a chocolate, el acondicionador que me había comprado hacia poco. No era eso, no olía mal. Me fije si Seth había dejado “un regalito” en la pieza, pero nada. Todo estaba normal. No entendía. Muy confundida, me acosté. Esa noche no dormí. No podía dejar de pensar que había hecho mal con Edward. ¿Qué lo había asustado? ¿Había hecho algo mal? ¿Qué había espantado a Edward Cullen de mí?

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