¿Alguna vez deseaste lo que es imposible? ¿Que pasaria si eso se vuelve realidad?

jueves, 19 de agosto de 2010

11. Lobo

Esa noche, obligada, tuve que quedarme en el cuarto de Alice contándole con lujos y detalles lo de la cita a mi pequeña prima. Parecía que estaba más entusiasmada que yo. Tuve que contarle lo de mis sospechas de los lobos.

-No creo que Seth caiga tan bajo –soltó.

-No lo se, pero estoy segura que la moto que estaba afuera era de Quil.

-Tendré que preguntarle a Edward si vio algo…

De repente, su rostro no tenia rasgo de nada y parecía que estaba perdida en algún lugar. Creo que estaba tratando de ubicar a su hermano. Sus ojos estaban como perdidos buscando algo que pudiera servir. En un minuto volvió a su estado anterior.

-Si, sabe algo –dijo ella.

-¿Qué paso? ¿Fue Seth, cierto?

-No, fue él.

-¿Qué?

-Fue Edward que le dijo a los lobos que te cuidaran…

No seguí escuchando el resto. La furia empezó a arder dentro de mí. Sentía que una gran fuerza se apoderaba de mis puños y el objetivo era uno solo: Edward. ¿Acaso no sabia que yo podía cuidarme sola? ¿Qué se piensa que es? ¿Por qué no estuvo presente cuando llegó Taylor y hablo con el, como se haría comúnmente? No, tenía que exagerar, desaparecer y hacerme vigilar por un par de perros. Empecé a respirar hondo para calmarme. Note que trataba de no llorar. Era ridículo, pero de la bronca lloraba.

-Jaz, por favor, no te pongas así…-me rogó Alice.

-¿Dónde esta? –no me importaba si estaba en la Antartida, tenia pensado ir a buscarlo.

-No es necesario eso, Jaz…

-¿Dónde esta?

Alice me miro y luego miro el suelo.

-Lo trate de convencer, pero los lobos le hicieron el favor –suspiro –te esta esperando en la cocina ahora.

-Gracias –bufe y salí furiosa.

Seguramente ya sabía lo que me traía, porque me esperaba sentado en el sofá y miraba hacia las escaleras. Su rostro maltratado y sus oscuros ojos estaban sumergidos en cierta agonía. Las sombras de sus ojos estaban mas oscuras que de costumbre y se notaba como decaído. Al instante que lo vi de esa forma, la furia desapareció y vino a mi la desesperación. No fue a cazar, estaba hambriento pero estaba triste.

-¿Edward? –dije bajando a cierta velocidad las escaleras, corrí hacia el sofá y me refugie en sus brazos -¿Qué ocurre? –susurré.

El se limito a abrazarme, soltó un leve suspiro entre mis cabellos y apoyo su mejilla en mi cabeza.

-¿Edward?

-Estaba desesperado –murmuro –no verte me provoca esto…

-Pero vos te fuiste…

-Para no lastimar a…tu amigo –y lanzo un pequeño gruñido –que Alice no pueda verlo y que yo no sepa nada de vos me pone mas paranoico que salgas con el.

-No exageres…

Levanto su cabeza de la mía y me miro a los ojos medio enojado pero tranquilo.

-No tenés idea de lo que sos para mí.

-Creo que si. Lo mismo que tu para mi…

Lanzo una pequeña sonrisa torcida sin gracia y me acomodaba mi cabello.

-Mi cariño por ti es muchísimo mas grande. Obviamente que a Bella la amo igual que a Reneesme, pero con ellas es…diferente. En cambio, tu…

-Soy una triste mortal –añadí media frustrada.

-Asi tiene que ser. Pero me tenés a mí para que te proteja. ¿No basta con eso? ¿Tenerme a tu lado toda una vida?

-No si tengo la opción de estar contigo toda una eternidad.

-No sabes lo que dices –se enojo.

-No te enojes –suplique- por favor…entendeme…

-Creeme que lo intento –susurró.

Nos quedamos en silencio. Yo refugiada en sus brazos me sentía muy bien para ser sincera. El era todo lo que yo quería, todo lo que necesitaba para que mi vida este completa. Era mi todo. Completaba el lugar vacío que sentía y sabia que nunca se iba a ir. Y eso me hacia feliz. Sentía su cuerpo duro que me resguardaba de todo peligro.

Me preguntaba que opinaba Bella y Reneesme de todo esto. No tenían nada que envidarme, creo yo. Se que Edward pasa su mayor tiempo conmigo, pero ellas lo tenían cuando o dormía. Reneesme estaba celosa. Lo note los días anteriores. En el desayuno, en el colegio, en la casa. Me miraba de tal forma, con tanto odio, que no comprendía como podía sentir eso hacia mí. Ella lo tenía todo, hasta a Edward. Pero igual me miraba de esa forma odiosa. Si tenia la oportunidad de cazarme…nadie me salvaba.

Luego me di cuenta de otra cosa. El dolor de Alice. Últimamente, cada vez que estaba con Edward, ella parecía entenderlo, pero sus ojos me decían otra cosa. Lo notaba como me trataba, aparte de que ya su naturaleza sea así, pero me miraba diferente. Yo la quería como mi hermana, como la segunda mejor hermana que tuve. Realmente la quería a Alice. ¿Y si le daba una oportunidad? La dejaría tranquila a Reneesme todo esto y Alice estaría feliz. Aunque no me imaginaba lejos de Edward. Tendría que hacer un gran esfuerzo. Mi voz favorita interrumpió mis pensamientos.

-Ve a dormir…

-No…

-Tienes que descansar.

-No quiero separarme de ti –solté. Y creo que me puse colorada. Note una pequeña risita que retumbo en su pecho. Pero era verdad. Tal vez, era la última vez que estaba así con él.

-Esta bien –respondió –duérmete…

De a poco, empezó a resonar en su pecho una dulce melodía. Era tan tranquila y hermosa que lograba poner en blanco mi mente y relajarme. Al son de esa hermosa obra que no reconocía, cerré mis ojos y me dormí.

Al otro día, me desperté temprano. Mire la cama de mi hermana, ella parecía estar despierta, pero con los ojos cerrados concentrada en algo. No quise molestarla, así que la imité y me puse a pensar en Edward, como de mi costumbre.

A los pocos minutos, escuchamos un gran golpe que venia del piso de abajo y unos aullidos que venían del claro más cercano. Asustada, me levante y mire a mi hermana que estaba igual que yo.

-¿Qué fue eso?

-¡No se! –contesto casi gritando – ¡vamos!

Nos vestimos rápido y corrimos hacia el lugar donde escuchamos el ruido. Bajamos las escaleras y traspasamos la cocina a toda velocidad para llegar al límite del bosque. Cuando llegamos al patio trasero, Jasper y Alice nos esperaban.

-Vamos –gritó Alice que corrió, me subió a su espalda y empezó a correr.

No logre ver que Jasper había tomado a mi hermana, solo sentía el cuerpo frío de Alice y el viento pegando en mi rostro. Escuchaba más gritos y aullidos que se aclaraban conforme nos acercábamos. Finalmente habíamos llegado. Cuando logre recomponerme, mire el claro. La escena era terriblemente horrible. Mi rostro seguramente lo estaba demostrando.

Un lobo gris, delgado y con manchas oscuras en el lomo estaba a pocos metros de distancia de Emmett que estaba furioso. Rosalie y Jasper lo detenían al vampiro. Al lobo no lo pude identificar quien era hasta que escuche el grito de Seth que estaba al frente de él y levantando las manos para detenerlo.

-¡Embry, calmate!

-¡Acércate chucho, vas a ver lo que te hago! –amenazaba Emmett.

-¡Emmett basta!

Los gruñidos del lobo resonaban por todo el patio. Nancy corrió para el lado de Emmett.

-¡Emmett, calmate por favor! –le pidió y le paso los brazos por la cintura –por favor, calmate.

Edward estaba en medio de ellos dos junto con Carlisle. Los demás estaban alrededor esperando quizás alguna orden para detenerlos. Corrí hacia Edward.

-Edward, ¿Qué ocurrió? –grite.

-Emmett hablo con Embry sobre Nancy –me dijo mientras me empujaba suavemente con su brazo izquierdo un poco detrás de él como protegiéndome -Empezaron a discutir y Embry se enojo tanto que entro en fase.

En ese momento, Embry estaba tenso, su pelo estaba encrespado a causa de la furia. Otro lobo apareció del bosque y se puso al frente de él. Lo quedo mirando tambien del mismo modo. Pude identificar ese pelo rojizo y esos ojos. Jacob. Seguramente estaban leyéndose la mente.

-¿De que hablaron?

-Embry esta enamorado de tu hermana –me respondió –y Emmett no lo soporta.

-¡¡Emmett basta!! –gritaba mi hermana que lo estaba sosteniendo. Los gruñidos de mi primo se hacían oír por arriba de los gruñidos del lobo.

En ese momento, Seth se da vuelta y me mira. Su mirada reflejó dolor. Leyó sin querer la mente de Edward y lo supo todo. Edward lo noto y se puso tenso tambien. Seth me miraba como si lo hubiera traicionado. Sus ojos estaban afligidos y a la vez desconcertados. Mi mirada seguramente pedía explicación y bajó su mirada. Yo la seguí. El brazo de Edward estaba alrededor de mi cintura y muy tenso. Luego miro a Edward. El aludido rugió.

-Edward, ¿Qué ocurre? –murmure.

-¡¿Tu tambien perro?! –rugió.

-No te metas –gruñó por lo bajo Seth totalmente enojado –ella tambien me quiere.

-¿De que estas hablando? –grite.

Mire de soslayo a mi hermana. Emmett había reaccionado, se calmo y ahora la estaba abrazando junto con Rosalie. Mire a Seth.

-Son inestables… –soltó Edward –…y peligrosos.

-Nunca le haría daño –gritó Seth.

-Edward –dije. El no me miró –Edward –esta vez mi voz sonó como a suplica. Me miro -¿Qué sucede?

Suspiró. El aliento frío recorrió mi rostro y mi pelo. Me abrazó. Su cuerpo frío me rodeó y una terrible sensación se produjo en mí. Lo quería. Y mucho. Lo necesitaba más que a Seth. Suspiré y pasé mis brazos por su cintura. Ese refugio era lo que quería. Lo que ocupaba ese lugar vacío dentro de mí. Lo que la vida se había llevado injustamente hace casi tres años parecía que volvía a tenerlo. Mi refugio. Mi seguridad. Mi padre.

Escuche un aullido y detrás de eso un gruñido demasiado fuerte. Otro gruñido proveniente del pecho de Edward retumbó en mis oídos. Mire detrás de mí y estaba un lobo del color de la arena, tal vez un poco mas claro que estaba con su pelo erizado y mostraba los dientes hacia Edward.

-Seth –murmuré. Mire a Edward. Su mentón estaba duro y el rostro reflejaba que estaba furioso –por favor, no le hagas daño.

Otro aullido lastimero se hizo presente. Y todo paso velozmente.

Mire a mi hermana. Estaba con Esme, Nessie y Rose ya dentro de la casa. Mire hacia mi derecha y estaba Alice preparada por cualquier cosa. Y Carlisle con Jasper y Emmett delante de nosotros protegiéndonos de algo que tal vez vieron venir. En un momento, observe que Embry con Seth estaban como a punto de saltar sin hacerles caso a Jacob que estaba delante de ellos. Y ocurrió.

Un viento suave, a la vez frío, sentí en mi rostro y algo duro en mi pecho. Vi que corría a una velocidad que no era la mía. Sentí unos brazos helados que me tomaron por la cintura y me abrazó corriéndome hacia un lugar lejano. Luego escuche un estruendo que resonó en todo el bosque. Mire quien era la persona que estaba conmigo. Alice. Me había tomado y me llevo más cerca del bosque bien alejado. Rápidamente mire hacia el centro del claro totalmente perdida. Busque a Edward; estaba con Emmett en posición de ataque. Vi a un lobo totalmente desconocido, que iba corriendo a toda velocidad hacia el lado de Edward. Embry, Jacob y Seth lo golpearon de costado e intentaron atacarlo, pero era sumamente rápido y se levanto en menos de un segundo.

-¡¡¡Nancy!!! –escuche la voz de Rosalie que gritaba desde la casa.

Eso me descolocó. Miré rápidamente hacia ese lugar y vi que mi hermana corría hacia Emmett. Iba a la máxima velocidad que le hacia posible. La desesperación se hizo presente. Mire a Alice que reaccionó de inmediato y corrió a salvar a mi hermana.

Pero fue tarde.

Nancy ya estaba en brazos de Emmett, que se dio cuenta rápidamente, la rodeó con sus brazos y se corrió del trayecto del gran lobo negro con blanco desconocido. Alice quedo en medio, pero Jasper corrió y la empujó. El choque del lobo con mi primo fue inevitable.

-¡¡Jasper!! –gritó Carlisle y fue a su lado.

Yo había quedado sola. El lobo tambien se dio cuenta y no paro de correr. Corría hacia mi dirección. Me quede paralizada. El piso se movía como si fuera un terremoto. No sabia que hacer. Gritar no podía, mi garganta no reaccionaba. Moverme menos. Mis ojos solamente miraban ese bulto negro y blanco. El lobo estaba ya a pocos metros de mí, cuando Jacob con Seth lo derrumbaron de costado y yo fui atrapada por algo duro y frío que nuevamente me atrapó en sus brazos y me llevó lejos. Edward me subió a su espalda y corrió por el bosque hasta mantenerme alejada del claro. Yo no reaccionaba, estaba totalmente paralizada. Mire hacia detrás de mí. Carlisle con Alice nos seguían. Llegamos a un claro más grande donde nos esperaban Sam con la otra manada. Edward me bajo de su espalda, me tomo de la cintura y me acercó junto con él a la manada. Estaba furioso.

-Edward –logre decir –tranquilo.

-¡¡¡¿¿¿Quién era ese lobo???!!! –gritó ya estando al frente de Sam. Lo tome de su mano helada y le puse mi otra mano en el pecho. “Como si pudiera detenerlo si le agarrara las ganas de atacar” me dije. Igual no saque mi mano de su pecho.

-No lo sabemos –dijo Sam que parecía un poco confundido. Detrás de él estaba Jared y Paul, los que se habían transformado después de Sam. Paul era el mas inestable, según Seth, pero Jared era mas pacifico –no es de nuestra manada.

-Edward, hijo –la voz calmada de Carlisle se hizo presente –deja que hable yo.

Edward, aun no muy convencido, asintió y me alejo hasta que quede al lado de Alice. Él quedo al lado de su padre.

-¿Estas bien? –le pregunte a Alice.

-Si, solo preocupada por saber quien es ese lobo –sus ojos estaban realmente alarmados.

-Tranquila, todo va a salir bien.

-Intentamos saber quien es ese lobo. Era un poco más grande que Jacob, negro con blanco…

-Jacob nos informo –dijo Jared –sabemos como era.

-¿No tienen alguna otra manada, otro tribu por el lado de Canadá? –preguntó Carlisle.

-Tribus hay por todos lados –dijo Sam –pero yo no recuerdo ninguna que tenga lo mismo que nosotros…tengo que hablar con el Consejo. Prometo que cualquier información que obtenga se la haré llegar –realmente parecía preocupado.

-Se lo agradecería de corazón –se sinceró Carlisle –intento atacar a Nancy y a Jazmin…

-¿Cómo que las intento atacar? –soltó Sam sorprendido y a la vez enojado.

-Nancy estaba en los brazos de mi hermano –los labios de Edward estaban fruncidos –y Jaz estaba del otro del lado del bosque cuando corrió hacia ella. Seth, Jacob y Embry lo atacaron, pero pudo huir. Antes de que llegara a tocarla yo ya la había quitado de su camino.

-La manada esta para proteger a la gente de…bueno, ya saben –no intento explicar esa parte –pero no para atacarlas…

-Estaría conforme con que hablen con el Concejo –respondió formalmente Carlisle –y que nos informaran.

-Te lo prometo, Carlisle –el respeto de la manada de Sam hacia Carlisle me sorprendió de tal manera como todas las veces anteriores –voy a hacer lo posible.

Sin decir mas nada, nos fuimos. Edward me cargo a su espalda y corrimos hasta la casa. Cuando llegamos, corrí en busca de mi hermana que estaba con Emmett y Rosalie.

-Nancy –la llame apenas había puesto un pie en la sala. Ella se levanto del sillón y me abrazó. Estaba llorando. La abracé –ya esta, estamos bien.

-No todos –dijo Edward.

-¿Quién salio herido? –preocupada mire a toda mi familia. Esme no estaba ni tampoco Jasper. Ahogue un grito. ¿Había pasado algo con Jasper? ¿No se había salvado? ¿Esme corrió detrás de mi hermana y resultó herida?

-No es nadie de nuestra familia –Carlisle miró a Edward –es Embry.

Ahora entendía la reacción de mi hermana. Emmett no le habría permitido verlo. Mire a Edward.

-Esta en la cocina con Seth, Esme y Jasper –la mirada de Carlisle me tomo desprevenida –es mejor que tu hermana y tú vayan a descansar.

Mire instantáneamente a Edward.

-¿Embry esta bien? –pregunte mientras mi hermana levantaba la cabeza y miro a Carlisle.

-Si, los lobos sanan rápido –sonrió –es mejor que vayan a descansar.

-Haremos lo posible –dije –vamos Nan.

Las dos nos dirigimos a nuestros cuartos. Mi hermana no me hablo. Estaba sumida en sus pensamientos. Se me hacia duro no poder hablarle ni hacer nada. Si hablaba tal vez la lastimaría, así que opte por mi silencio. Su rostro pálido, sumido en sus pensamientos era algo que me impedía ser feliz. Nos acostamos sin taparnos, sin decirnos nada.

No se si era yo, pero la única mirada que me dedico mi hermana creo que era de dolor.

martes, 10 de agosto de 2010

10. Cita

Era sábado, las seis de la tarde y yo estaba muy nerviosa en mi cuarto. La música de Paramore estaba a flor de piel con mis lentos favoritos mientras me planchaba el pelo. El jean que había elegido Esme era perfecto y la blusa blanca que me había regalado Alice tambien lo era. Por no hablar de la campera de jean oscuro que me autoregale. Me enamore de esa campera. Y eso que yo soy rara para la ropa.
Estaba perfecta para la cita con Taylor.
En un momento, golpean mi puerta. Confundida, grite que pasara quien sea que fuere. La puerta de abrió y un joven fornido entró.
-Seth… -solté y sonreí.
-Guau –dijo mirándome todavía desde el marco de la puerta –te ves…preciosa…
-Gracias… -susurré y me puse colorada al instante.
-¿Salís?
Maldición, me olvide de contárselo me dije. No quería lastimarlo y mucho menos después de lo de anoche. Seth era especial para mí, realmente lo era y lo necesitaba. Pero no sabía lo de la cita y si se lo contaba iba a ser para problemas. Y no solo con él, Edward y Alice se meterían y, junto con Alice, Jasper. Decidí salirme por la tangente.
-Algo así… -sonreí tontamente mientras miraba nuevamente al espejo de mi ropero -¿Qué, ahora me vigilas?
-Algo así… -imitó y se acerco a mi cama para sentarse -¿salís con Alice?
-¿Por qué tanta curiosidad?
Rió y se me acercó. Me sentía tan pequeña al lado de el que me provocaba las ganas de abrazarlo. Sentí su calor característico así que me di cuenta que estaba detrás mío. Mis ojos estaban clavados al piso. Puso sus manos en mis hombros y empezó a masajearlos.
-Estas nerviosa…
-¿Yo, porque? –respondí instantáneamente. Ahogo una pequeña risita que retumbo en su pecho y aun así la escuche.
-Mírame –susurró.
-No.
-Mírame.
Negué con la cabeza. El saco su manaza de mi hombro derecho y tomo mi mentón. Doblo mi rostro hasta que mis ojos se encontraron con los suyos. Su mirada era de un muchacho grande, de un hombre maduro. Me hacia acordar a Sam Uley, el alfa de la manada. Parecía tan racional y maduro. Sus ojos oscuros y profundos me hicieron sentir culpable. No podía lastimarlo así y tampoco quería. El era muy importante para mi, algo que nunca tuve. Un nuevo sentimiento que para mi no tenia nombre. Inhaló un poco de aire y lo contuvo sin quitar sus ojos de los míos.
-¿Qué sucede, Jaz? –murmuró –estas muy nerviosa y tu mirada me esta matando… ¿pasa algo?
Suspire profundo y decidí decirle la verdad. Mire al suelo.
-Tengo una cita.
-Mmm… -sentí que sus brazos temblaban, pero pudo contenerse -¿con quien?
-Un compañero de la clase de Literatura. Su nombre es Taylor.
Gruño un poquito. Pero para mi sorpresa, lentamente sus brazos me rodearon. Yo me acurruque en su pecho como solía hacerlo. Me encantaba hacerlo, pero ahora me sentía muy culpable.
-¿Es buen chico?
-Parece que si…
-¿Dónde van?
-Al cine…y luego a comer hamburguesas…
-Muy inocente todo… ¿te pasa a buscar? –asentí con la cabeza. Apoyo su mentón en mi cabeza y hablo despacio -¿podría hablar con él?
-No –solté instantáneamente –ya va a hacerlo Edward creo… -y me agarro un pequeño escalofrió por la espalda.
-Hummm, entiendo…-bufó y mezclo sus labios con mis cabellos -a las diez acá en la casa o voy a buscarlo yo.
-¡Seth! –grite y me separe de él. Quedo con los brazos extendidos.
-¿Qué?
-¡No eres mi padre!
-¿Y eso que tiene que ver?
-¡Yo no voy volver a la hora que quieras, no vas a interceptar mi vida! –su mirada cambio y empezó a temblar.
-Tal vez no sea buen chico ese Taylor…
-¡¿Qué, lo conoces?!
-¡¿Y tu?! ¡A poco sales con el primero que se te cruza! –me gritó.
-¡El es un buen muchacho! –el miro al piso y temblaba mas que antes -¡Y el único que puede o no prohibirme salir es Carlisle o Esme, no tu!
Su mirada cambio. Lo había lastimado. Me sentí culpable, pero no iba permitirle que me quiera decir que debo hacer o decir.
-¡Jaz, te buscan! –la voz de Alice interrumpió mis pensamientos.
-Me voy –pase por al lado de él y tome mi campera –te guste o no.
Salí golpeando la puerta del cuarto. Baje las escaleras a la corrida, pero antes de traspasar la puerta de la cocina para dirigirme al salón principal, algo me tomo de la mano y me detuvo. Me di vuelta.
-Alice, ¿Qué sucede?
-Tienes que verlo… ¡Esta hermoso!
-¡Alice!
-Lo siento, pero es tan emocionante esto… ¡Tienes que ver a Carlisle! ¡Esta tan emocionado para decir las palabras que nunca dijo!
-¡¿Qué palabras?! –Alice puso los ojos en blanco, me tomo del brazo y fuimos caminando juntas al salón principal a paso normal.
-¡Ya sabes! “Cuídala. Quiero que vuelva a tal hora, bla, bla bla…” –hizo una pequeña sonrisa.
-¡Oh, vamos! No me pueden hacer esto…
-Jaz –Alice se detuvo y me miro a los ojos –esto es muy importante para la familia, especialmente para Carlisle. Él y Esme nunca tuvieron hijos. Nosotros somos su única familia. Nunca sintió celos de algún hijo o tener que andar cuidando a nadie, porque nunca lo necesito –hizo un mohín –a menos de que se trate de cazar algo o a alguien. Pero ahora puede hacerlo. Tiene a dos familiares como hijas humanas que una de ellas, hoy, tiene una cita con otro humano. Tenés que verlo como esta…por favor, hazlo fácil. Taylor esta más nervioso que vos –una pequeña sonrisa se le asomo por los labios –Carlisle te quiere, igual que todos nosotros. Sos una mas. Sos un Cullen…
-Y estoy orgullosa de serlo… -sonreí tambien.
Hizo un pequeño gritito y me abrazó.
-Vamos –me arrastró sonriente a la sala principal -¡No lo hagamos esperar!
La seguí medio al trote. El salón estaba bien iluminado. Emmett estaba con Jasper viendo un partido sentados en el sillón grande y blanco que había comprado ayer Esme. En el lobby estaba Taylor junto con Esme y Carlisle. Parecía que estaba hablando de algo importante. Carlisle me miro y sonrió. Alice prácticamente danzo hasta el sillón para sentarse al lado de Jasper. Esme me sonrió y me hizo una seña con la mano para que me acercara. Suspire y me acerque.
-Aquí esta Jaz –Esme me tomo por los hombros y medio que me abrazó.
-Hola Taylor –salude.
-Jaz –una sonrisa resplandeciente salio de sus labios. Solo pude intentar sonreírme, pero pensaba en Seth. Asi que intente de hacer lo mejor que pude.
-Bien, ¿adonde van chicos? –pregunto Carlisle. Ahí lo mire.
-Al cine. Dan una película que me recomendaron, Dr. Cullen –el respeto que le tenia Taylor me sorprendió. Mire al sillón de reojo. Note que los ojos que se asomaban por arriba del sillón eran de Alice. Estaba pasándolo bien ya que parecía que estaba sonriendo.
-Esta bien –respondió Carlisle –quiero que vuelva antes de las diez de la noche. Esta todo muy peligroso últimamente.
-Es cierto –agrego Emmett asomándose a la pequeña reunión, se paro y cruzo los brazos que resaltaban de tan grandes que eran –dicen que hay osos que andan cerca de la carretera y salen de caza cuando es de noche.
Taylor quedo duro. Carlisle soltó una risita nerviosa y lo siguió Esme junto conmigo.
-Tranquilo, muchacho –rió Emmett y abrazó a Taylor fuertemente y golpeo su espalda amistosamente. Taylor parecía un cachorrito al lado de un gran danés. Sonrió tímidamente –portate bien con mi hermana, ¿escuchaste?
-Emmett, no seas tan así… -soltó Esme.
-No hay problema, Sra. Cullen –respondió Taylor.
-Por favor, llamame Esme.
-Esme –repitió Taylor –prometo traer a Jaz antes de las diez.
-Me parece perfecto –sonrió Carlisle.
-¿Vamos? –le dije a Taylor mientras lo empujaba hacia la puerta, no sin antes intentar sacarle un moretón a Emmett –nos vemos.
-Hasta luego, Dr. Cullen, Esme… -logro saludar Taylor antes de salir por la puerta. Antes de cerrarla, le grite a Emmett.
-Más vale que salgas a cazar cuando yo vuelva, porque ni Rosalie va a poder salvarte.
-Uh, que miedo –me burlo y sonrió.
Cerré la puerta y al final de la escalera me esperaba Taylor con una rosa. Me quede sorprendida. No había notado que la llevaba en la mano. Es mas, podía apostar que no la tenía.
-¿Y eso? –pregunte y camine hacia el.
-Para ti –me la dio sonriendo –la tenia en la motocicleta…
-¿Cómo…? –tartamudee sin creerlo todavía.
-La tenia en el asiento –susurró. Estábamos tan cerca que lo escuche perfectamente.
-Gracias. Y me encantan las motos.
-Vamos, se nos va a hacer tarde.
Me tomo de la mano y me llevo hasta su motocicleta. Era una BMW negra, relucía en la oscuridad y era hermosa. El me paso un casco negro y el se puso otro. Nos subimos e hizo ronronear la maquina.
-Agarrate preciosa –sonrió.
Arranco a toda velocidad. Obviamente que iba a velocidad avanzada, pero no podía comparar con viajar en la espalda de Edward o en la de Seth. Seth. ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿estaría en el bosque con Jacob y Leah? ¿Estaría en lo de Emily? ¿Estaría bien? Que pregunta más estupida. Era obvio que no estaba bien. Lo destruí. Y con palabras muy directas. Me sentía horrible. Aun estando con Taylor, no podía dejar de culparme. En un momento, miro hacia el costado de la carretera y veo un enorme lobo corriendo paralelamente a nosotros. No podía creerlo. Corría a la misma velocidad que nosotros.
-¿Seth? –se me escapo.
-¿Me llamaste? –pregunto Taylor.
-No, para nada –tartamudee.
-Agarrate fuerte –me dijo y aceleramos. Perdí de vista al lobo de inmediato.
La noche podría decirse que fue bastante rara. Mientras estábamos en el cine, pude jurar que a un par de butacas detrás nuestro sentí una risa muy parecida a la de Embry. Y en un momento, donde Taylor hizo el intento de pasar su brazo por mis hombros, llovieron pochoclos de algún lugar que cayeron encima de nosotros. Por no hablar de cuando Taylor fue a hacer el pedido de hamburguesas al mostrador y vi que en el estacionamiento estaba la moto con la cual Quil sacaba a pasear a Claire, la chica con la que se imprimo. ¿Cómo me di cuenta que era justamente “esa” moto? Porque tenia una calcomanía que decía: “aúllo por ti” y el dibujito de un pequeño lobo. Esa calcomanía se la regale yo a Claire para que la ponga en la moto.
Taylor me llevo hasta casa nuevamente cuando terminamos de caminar un rato por la playa de La Push.
-Gracias por el paseo –le dije mientras bajaba de su moto.
-De nada –me ilumino con su sonrisa y se me acercó.
-Voy a tener una linda historia que contarle a Alice esta noche –reí.
-Eso seguro la va a hacer feliz… -rió tambien –ya que veo que esta asomada por el ventanal superior – dirigió su cabeza hacia ahí y saludo con su mano. Me di vuelta y Alice se escondió.
-Esto es muy vergonzoso –sonreí tímidamente.
-No te hagas problema.
Hubo un silencio de pocos minutos. Sentía que mi respiración era bastante arrítmica a comparación de la de Taylor. Sin darme cuenta, mire al piso. Él puso sus dedos en mi mentón y me levanto el rostro. Mis ojos se encontraron desprevenidos. Sus ojos traspasaban los míos de forma dulce, tanto, que pude sentir un pequeño cosquilleo en mí estomago. Lentamente, su rostro se fue acercando al mío. Pude sentir su respiración mezclándose con la mía. Acercó sus labios…pero se me vino a la cabeza Seth. Definitivamente, no podía hacerlo. Baje mi cabeza.
-Lo siento –susurró –no quise apresurarme…
-Esta bien, solo que… -intente decir algo, pero me trababa –creo que yo te veo mas como amigo, no como…alguien con quien salgo o como mi…novio –nunca supe porque me costaba decirlo –perdoname, pero creo que es lo mejor.
-Esta bien, bonita –sonrió. Le respondí de la misma manera –me tengo que ir…
Lo salude con un beso en la mejilla. Camino hasta su moto, la monto, hizo sonar el claxon en forma de saludo, dio media vuelta y se fue. Suspire para que las mariposas de mi estómago de calmaran.
-Linda moto –la voz de Jasper me tomo desprevenida –es una BMW, ¿no?
-Jasper, ¿Qué haces aquí?
-Me mandaron para ver como lo habías pasado –miro hacia el bosque.
-Fue él… -susurré.
-Si –era obvio que hablamos de Edward.
Suspire. Jasper sonrió y me miro nuevamente. Ahora podía sentir que el ya no se sentía incomodo cerca mío. Eso era algo bueno. Realmente, me sentía un poco culpable que mi estadía incomodara a un familiar, aunque me digan que no. Jasper no me conocía ni yo a él, pero igual no quería que se sintiera mal. Era mi “hermano-primo”, y aunque no nos conociéramos, lo apreciaba bastante y respetaba su distancia. Nunca opte por acercarme para saludarlo o algo. Mejor prevenir que curar.
-Sabes –soltó –hay cosas que a veces no podes contárselas a cualquiera…sentís que no podes confiar en todos –me miró fijo a mis ojos –a mi me solía pasar apenas me uní al clan Cullen. Pero con el tiempo, supe asociarme con la familia. Solo quería decirte que, ya que somos hermanos, que podes contar conmigo para lo que quieras…es muy raro, pero me siento bien con tu compañía, como con Nancy –yo no respondía, solo escuchaba –cambiaron la armonía de la casa. Todo realmente era muy…rutinario. Hasta que…puede decirse que le dieron vida a la casa. Esme esta mas feliz que nunca, por no hablar de Alice. Emmett le encanto la idea de estar emparentado con humanos, Rosalie…bueno, es Rosalie. Y yo estaba muy emocionado para conocerlas…
-¿En serio? ¿Por qué? –interrumpí.
-Porque me llamaban la atención… no como presas ni nada por el estilo –sus ojos dorados recorrían el bosque mientras se reía de la ocurrencia –solo que me sentía bien tener hermanas y que no sean adoptadas…que realmente, de alguna forma, sean mis hermanas…
-Bueno, gracias –logre decir –realmente me siento halagada.
-Perdón que me entrometa –dijo mientras señalaba un tronco cortado que servia como asiento y el se sentó en el que estaba al lado -¿pero que pensaste cuando Carlisle acepto adoptarlas?
-No, te disculpes –me senté –Fueron muchas cosas que pensamos con mi hermana…primero, que era una locura mudarnos aquí. Dejamos todo en Argentina, todo una vida comenzada, amistades…y es como una vida nueva acá…
-¿Pero que fue lo que hiciste cuando apenas supiste que tenias familiares?
-Realmente me sorprendí –respondí sinceramente – estaba segura que la mayoría de mis familiares estaban muertos…
El empezó a reírse. Lo mire sin entender. Me miro como si no me diera cuenta de una obviedad. Ahí entendí.
-Lo siento…
-No, esta bien –rió –me pareció muy gracioso. Por favor, sigue contando…
-Bueno, y nada –suspire –de un día para otro, dejamos a nuestros amigos, a nuestra casa, a nuestro barrio…y vinimos. Estábamos muy nerviosas, pero nos encanta sentir esa adrenalina que causa el nerviosismo.
Nos reímos los dos.
-Gracias –sin querer dije –nunca le dije a nadie esto…
-De nada –se levanto, se puso a mi derecha y me ofreció su brazo caballerosamente -¿me hace el honor de escoltarla hasta la mansión, My lady?
-Estaría sumamente feliz en aceptar dicha caballerosidad, My lord –conteste sonriente, tome su brazo helado y caminamos hacia la casa.

miércoles, 4 de agosto de 2010

9. Prado Cullen

Taylor me llamo en la mañana para cancelar nuestra salida. Su abuela de Seattle, que estaba enferma, parecía que empeoró y el tuvo que acompañar a su madre. Me decía que lo sentía mucho y prometía compensarme. Lo trate de tranquilizar diciendo que no importaba, que teníamos otros días para salir y que mande saludos a su madre. Colgué y me frustre. Tenia el día libre, sin nada que hacer… ¿Y ahora? Me sentía cuando el final de una película no es lo suficiente, que pareciera que faltaba algo. ¿Y? ¿Qué seguía?

-Hola prima –me tomo por sorpresa Alice entrando en la cocina junto con Jasper.

-Hola –salude y note que mi voz estaba apagada.

-¿Paso algo? –se preocupo Alice y camino hasta mi lado –por favor, haz el desayuno, Jasper –indicó mientras hacia seña que me sentara con ella.

-Si –dijo firmemente Jasper y empezó a sacar unos vasos.

-Llamo Taylor...–susurré.

-Cancelo la cita –susurró Alice.

-Si, algo así –solté un pequeño bufido. Realmente no entendía que me pasaba. ¿Por qué estaba triste?

-¡Hey, tranquila! –trato de animarme Alice mientras me refregaba los brazos –ya que tenemos el día libre… -hizo un silencio y pensó –emm…que puedo mostrarte que no conozcas…

Por los suaves ruidos terminados, deduci que Jasper había terminado el desayuno. Me puso una bandeja delante mío que tenia un te con un plato de galletitas dulces, las cuales eran mis favoritas, un jugo de naranja, unas tostadas con mermelada de frutilla y queso y tostadas sin nada. Realmente olía delicioso.

-Gracias Jasper –lo mire a los ojos –realmente huele delicioso.

-De nada, Jaz. Me alegro que te guste…

De repente, sentí que mis preocupaciones ya no las tenía. Me sentía como liviana, suspire y sonreí. Estaba tranquila.

-Y gracias por tranquilizarme –sonreí.

-Tampoco es nada –sonrió y se sentó junto con nosotras.

-Jazmin… ¿te gustaría conocer el prado Cullen? –la voz dulce de Alice capto mi atención mientras comía una galletita.

-¿Prado Cullen? –pregunte.

-Si, es un pequeño lugar que es hermoso y que varias veces pasamos el tiempo allí –miro hacia la heladera -¡podríamos hacer un picnic! –exclamo.

-Guau –solté y mire a Jasper que sonreía y note que sus ojos, que la miraban, se notaban mas enamorados que nunca. Si eso la hacia feliz… -bueno…dale, me gusto la idea. ¿Les avisamos a los demás?

-Emmett, Edward, Bella y yo salimos de caza dentro de una hora –dijo Jasper.

-Y mi hermana fue al cine con Nessie, Rosalie y Esme… -me acorde yo.

-Y Carlisle esta en el hospital –completo Alice -¡así va a ser una salida de hermanas!

Sentí un escalofríos por la espalda, pero trate de disimularlo mientras tomaba un sorbo de te -Bueno, termina de desayunar y ve a cambiarte. Yo voy a preparar la canasta…

-¿Te vas a poner una caperuza roja y vamos a hacer Caperucita y la abuela? –reí.

-¿Por que no? Tenemos lobos de sobra –rió Jasper conmigo.

-Jaja, muy gracioso –nos hizo burla Alice y se levanto de la mesa.

Termine rápidamente mi desayuno y fui a cambiarme. Puse un poco de música, ya que estando en silencio me hacia acordar el silencio de mi hermana y me aturdía. Busque mis jeans negros, las zapatillas, una musculosa negra y arriba mi camisa escocesa favorita. Por las dudas, tome mi mochila y puse una campera. El tiempo prometía un buen clima, pero no se sabía con exactitud.

Alice me esperaba en la escalera. Ella llevaba un simple jean azul con una blusa blanca y zapatillas, pero lo llevaba con tal elegancia que le quedaba perfecto.

-¿Vamos? –me sonrió.

-Seguro.

Jasper nos esperaba en la puerta para despedirnos. Luego, nos subimos al Volvo y nos encaminamos hacia la ruta que bordeaba los bosques. El del clima había acertado, el cielo estaba totalmente despejado sin ninguna nube en el horizonte. El sol estaba nítido con sus rayos bien amarillos y refulgentes. Me preguntaba si a Alice no le importaba el día.

-¡La vamos a pasar espectacular, ya vas a ver!

-Eso promete el día –reí. Luego pregunte -¿no te molesta que…te vea a la luz del sol?

-No, para nada –respondió despreocupadamente –creo que deberías acostumbrarte, ya que… -y calló.

-¿Ya que que?

-Que…vas a ser unos de nosotros…

-Ah, cierto –murmure –igual…no se, tal vez te incomode…

-No, ni un poquito -respondió nuevamente -¿puedo hacerte una pregunta?

-Si, claro –respondí al instante.

-¿Qué es lo que mas te gusta?

-¿Lo que mas me gusta? –me extrañe y mucho.

-Si…lo que mas te guste hacer…

-Y…no se…muchas cosas –indecisa, mire por la ventanilla pensando.

-Creo que es tocar la guitarra, ¿cierto?

-Si…exactamente –sonreí tímidamente.

-¿Y como te sentís cada vez que tocas la guitarra? –su mirada estaba seria. Realmente me estaba preguntando.

-Es difícil de explicar…es como si realmente…pudiera volar…

-¿Volar? –inquirió sonriente.

-Si, es muy extraño –suspire –es como si cada nota que haga, me elevara mas. Es libertad absoluta, donde mi mente puede divagar y no interesarle nada. Solo en la música. Y mí alrededor parece que desaparece y los acordes lo sean todo…

Suspire y sentí una paz impresionante. Recordar lo que me hace tocar el instrumento que mas adoro me hacia bien. Realmente relajaba. Adoraba mi guitarra, realmente la amaba. Alice me miraba realmente encantada. No entendía porque.

Finalmente, llegamos a una pequeña ruta que terminaba en un sendero. Alrededor había un bosquecito bastante grande que invitaba a su sombra y a su paisaje verde brillante. El aire estaba libre de cualquier contaminante y no había mucha gente alrededor. Bajamos del auto y, al notar la temperatura que hacia, deje mi campera en el auto. Alice me esperaba al comienzo del sendero con la canasta en la mano.

-Vamos, te va a encantar –sonrió Alice.

-¿Es muy lejos de aquí? –pregunte mientras me acercaba a ella.

-No mucho –reconoció -¡Vamos, súbete a mi espalda! Asi llegaremos más rápido.

Me subí y empezó a correr por en medio del bosque. Los árboles y los arbustos eran verdes oscuros y pasaban velocidad inigualable. Alice esquivaba cualquier obstáculo que se le impusiera sin ningún esfuerzo. Al pensar que tal vez algún día yo tuviera ese poder…me hacia temblar. La velocidad con torpeza no era una buena combinación. Sin avisar, se detuvo cuando aun nos encontrábamos en el bosque. Me bajó, y al ver mi rostro, me explicó.

-No quiero arruinarte la sorpresa –sus ojos estaban emocionados y eso los hacia brillar mas – camina derecho hacia aquella luz –me indico –yo te sigo.

Sin entender nada, le hice caso ya que no creía que hubiera peligro. Camine unos metros derecho por el sendero. Cuando pase unos árboles finalmente habíamos llegado. Quedé con la boca abierta.

El prado era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado. De repente, capte un leve sonido, como un arrullo.

-Es un lago –intervino Alice en mis pensamientos –esta a pocos metros de aquí.

Definitivamente era hermoso. Más hermoso que cualquier lugar.

-Te dije que te iba a gustar –la excitación de su voz me hizo reír -¡Vamos a sentarnos allá! –gritó y me tomo de mi mano.

La hermosura del prado fue injustamente opacado por la piel de Alice a la luz del sol. Los brillantes inundaban su piel por todos lados y la hacían más perfecta de lo que ya era. Pobre prado.

Me llevo hasta el centro del lugar, sacó una pequeña cobija acuadrille y la puso en el suelo para que nos sentáramos. Estábamos justo al frente del hermoso lago. Sacó un refresco y un vaso.

-Por si tienes sed…

-Creo que entendí –sonreí –esto es…hermoso…

-Edward lo encontró hace tiempo, antes de conocer a Bella.

Hubo un silencio. Solo el sonido del agua del lago lo interrumpía. No sabía que hacer ni decir. Era media tonta como para romper el hielo, así que, como me lo veía venir, Alice lo quebró contándome anécdotas de la familia. Su llegada con Jasper, de su primera cacería, de las apuestas con Emmett y más. Era todo muy gracioso.

Realmente, no sabia como lo hacía, pero Alice lograba lo que nadie logro en tres años. Ella hacia que ese pequeño dolor que sentía en el pecho, que yo disimulaba exitosamente todos los días, desapareciera por el momento. Era excelente y extraño a la vez. No era como con Edward que ocupaba el vacío, si no que parecía que no existiera, que me relajaba y lograba pensar otras cosas.

Después de reírnos de una pelea de Rosalie con Jacob, Alice me quedó mirando media dubitativa.

-¿Qué sucede, Alice? –pregunté.

-Nada, solo… -vaciló –quisiera saber si…te molestaría hablar de mi tíos…de tus padres…

-Ah… –me sorprendió –Emm, no esta bien…creo que podré hablar del tema…

Alice se acomodó cruzando las piernas y apoyando su dulce rostro entre sus manos. Parecía una pequeña a punto de escuchar una historia de su abuela. Yo empecé mi historia.

-Mis padres se llamaban Maria DiSanto y Esteban Cullen. Él se lo había cambiado cuando había llegado a la Argentina ya que el real era Charles. Conoció a mi madre en la facultad donde estudiaban abogacía, se pusieron de novios y a los dos años se casaron. Al año que se casaron nos tuvieron a nosotras. Nos criaron realmente bien, fueron…unos excelentes padres –tartamudeé un poco, pero pude seguir – yo siempre fui la consentida de mi padre. A Nancy y a mi nos amaba con el corazón, pero mi intuición me decía que él me quería mas a mi, nunca supe porque…Mi madre siempre estuvo cuando la necesité. Cuando era pequeña, a la noche, me arropaba y me contaba un cuento que ella misma inventaba. Yo ponía los personajes, que eran siempre mis amigos del barrio, y yo siempre era la protagonista –solté una risita –Eran espectaculares esos cuentos. Era el momento del día que mas disfrutaba. Ella hacia que mi imaginación volara a niveles que pensaba que eran imposibles. Investigaba casos como Scooby Doo, peleaba contra los malos como los Power Rangers y tenia mi propia banda como Paramore o Blink 182…

-Eso no cambio –sonrió Alice.

-Es cierto -me reí –Tambien me acuerdo de un momento muy especial con mi padre. Él siempre estaba cuando yo quería jugar fuera lo que fuera. Desde chica siempre tuve miedo a las muñecas –me ruboricé –así que él siempre que llegaba a mi casa, veía que mi madre estaba ayudando a Nancy a hacer la tarea, así que agarraba la pelota y me llevaba a jugar a la plaza de la esquina de casa…¡Que locura! –nos reímos las dos –y hay algo que jamás olvidare –suspire –En mi cumpleaños numero doce me había levantado temprano y fui hacia el comedor, donde sabia que él estaba desayunando. Apenas me vió, sonrió, se levanto de la silla y me levanto por los aires. Me abrazó, me beso y me dijo que mi regalo me esperaba en el living. Sonriendo, corrí, seguida por él, hacia el living y ahí estaba. En su funda negra que abrí con desesperación y la vi por primera vez. Mi guitarra. Nunca fui tan feliz en mi corta vida como ese día. Me acuerdo que desde ese momento nunca me separe de mi guitarra, tocándola día y noche –Alice me miraba atenta y sonriendo. Los recuerdos nítidos estaban en mi mente y me hacían reír todos los días –Una noche…estaba a punto de dormirme, pero me acorde que no había saludado a mis padres. Me levante y fui hacia su cuarto. Ellos ya estaban dormidos, así que sigilosamente, me acerqué, los bese a cada uno y susurré “Los amo”. Luego me fui sin hacer ningún ruido –suspire y arrugué mi ceño. De lo siguiente no lo olvidaría nunca -Al día siguiente, Griselda nos despierta mas temprano de lo acostumbrado y dijo que nos buscaban. Extrañada, me levante y, seguida por mi hermana, fui hacia la puerta principal. Ahí nos esperaban dos oficiales de policía. Uno de ellos era el mejor amigo de mi padre, Gastón, que se conocían hace años. Me preguntaba que pasaba, ya que era todo muy raro. Ligeramente, sentí que mi hermana me tomaba de la mano. “Chicas –empezó Gastón –lamento…lamento decirles que sus padres tuvieron un terrible accidente automovilístico en la autopista. No sobrevivieron. Lo siento”. En ese momento me acuerdo que no sentía nada. No sentía dolor físico ni emocional. Sencillamente no sentía nada. Mi hermana sufrió un ataque de histeria en mis propios brazos. Yo no debía caer en ese momento porque no había nadie que sostuviera a mi hermana –sin darme cuenta, algo paso. Mi voz iba decayendo y había algo que intentaba escaparse por mis ojos. Lagrimas –nunca caí delante de ella. No podía permitírmelo. Soy todo lo que ella tiene. No quiero que vea que…

Sin darme cuenta, sin detenerme siquiera, me derrumbé. Lloré como nunca había llorado. Por primera vez en tres años me permití llorar. Lo necesitaba. Todo ese dolor había permanecido por tanto tiempo que finalmente estaba saliendo. En un momento, sentí algo frío y duro me abrazaba. Alice hizo que mi cabeza se apoyara en su pecho mientras trataba de tranquilizarme. Sentía que ella tambien estaba como llorando. Un pequeño sonido que retumbaba en su pecho me lo hizo notar. No llore mas, pero quería permanecer en ese lugar. Ella seguía acariciando mis brazos y apoyo su mentón en mi cabeza. Nos quedamos así unos dos, tal vez tres minutos. No quería arruinar esa tarde que ella me había ofrecido con promesa de diversión.

Me separe como pude de su pecho. Mire a su rostro. Alice mostró una pequeña sonrisa y secó las lágrimas que quedaron en mis mejillas. Se veía satisfecha.

-Gracias –solté al saber que ella lo había planeado ya que seguro lo había visto.

-Te veía mal desde que llegaste. Y quería saber porque. Lo único que necesitabas era alguien que te escuchara –me tomo de las manos –Jaz, se que hace solo dos meses me conoces, pero quiero que sepas que podes contar conmigo para lo que necesites. No soy tu prima, soy tu hermana. Tómalo como tal.

-Gracias, Alice. En serio –sonreí.

-Ahora, come algo –me dijo alcanzándome unos sándwiches de la canasta –te va a hacer bien.

Estuvimos charlando un rato más. Yo estaba sentada con mis piernas cruzadas y apoyada con mis manos mientras Alice estaba recostada en mis piernas.

-Alice, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Si, la que quieras –dijo mientras jugaba con una flor.

-¿Reneesme…tiene algo en contra mío? –casi susurré. Varias sospechas rondaban en mi mente y quería sacarme la duda.

-No, no es eso –respondió ella –solo esta celosa.

-¿Celosa?

-Por lo de Edward –se encogió de hombros –salió un poco a Rosalie. Edward la ama y lo sabe, pero no esta convencida. Por eso…tal vez…este un poco indiferente con la familia. Entiende, ella es la mas pequeña de la familia y tenia toda la atención, hasta que llegaron ustedes…

-Pero yo no pedí nada…

-Ella exagera tambien –suspiro –la verdad, que últimamente, no la entiendo.

Suspiro y me regalo la flor. Solté una risita y la tome. En eso estábamos cuando ocurrió lo menos esperado.

Escuche que la tierra retumbaba, como que algo pesado se estaba acercando. Instantáneamente, mire a Alice. Ella me miró tambien.

-¿Quién es? –susurré.

Miro hacia el bosque. El sonido se hacia mas fuerte. Alice me hizo señas que me quedara callada y se levantó. Me tomo del brazo y me puso detrás de ella. Por unos minutos, un silencio mortal inundo el prado. Solo el sonido del lago era audible, pero los pájaros y cualquier bicharraco del bosque estaban callados. Mi respiración era tambien un poco audible. Alice estaba más atenta que nunca.

De repente, pasó.

Algo enorme, fuerte y frío me tomo por la cintura y me hizo girar por los aires. Mis gritos se escucharon en todo el prado, pero su risa fue más fuerte.

-¡¡¡EMMETT!!!

-¡Tranquila, hermana, que no voy a hacerte daño! –reía mientras me bajaba sana y salva a tierra firme.

-¡Me mataste de un susto! –le dije mientras lo golpeaba en el enorme brazo.

Los dos reíamos. Mire y tambien estaba Jasper acompañándonos.

-Fuimos a cazar y quisimos darles una sorpresa –dijo Jasper con una sonrisa mientras abrazaba a Alice –perdón si las asustamos.

-La asustaron –sonrió Alice –pero yo jamás dejaría que algo o alguien le haga daño a mi hermanita.

-¡Tengo una idea! –gritó Emmett -¿y si jugamos a las escondidas?

-Emm, tengo la triste afirmación que ustedes tienen algo que yo no tengo –los mire –velocidad, olfato…

-No te hagas problema…jugas conmigo –rió Emmett.

-Voy a buscar a Edward y Bella que andan cerca –dijo Alice contenta y corrió hacia el bosque.

Pasamos la tarde a las risas y diversión. Realmente, las metas de las escondidas eran lejanas, pero la velocidad que tenia Emmett y la ferocidad lo hacia mas divertido. Obviamente que el ambiente no estaba del todo bien. Edward estaba ensimismado, como deshecho, pero no lo demostraba y jugaba normalmente. Había escuchado lo que había hablado con Alice de lo de Nessie. Creo que no era el momento para hablarlo, pero en algún momento debíamos hacerlo.

Finalmente, el crepúsculo nos dio el indicio de que era hora de irnos a casa. Mientras juntaba las cosas, sonó mi celular. Taylor.

-¿Taylor? –solté al auricular.

-¡Hola! ¿Cómo estas? –preguntó. Vi que Edward suspiro lo bastante fuerte para que lo escuchara.

-Bien…Salí con mis hermanos a un día de camping.

-¿La pasaste bien?

-Si, fue muy divertido –reí.

-Me parece bien que disfrutaras el día –suspiro –llamaba para preguntarte… ¿Qué haces este sábado?