¿Alguna vez deseaste lo que es imposible? ¿Que pasaria si eso se vuelve realidad?

miércoles, 4 de agosto de 2010

9. Prado Cullen

Taylor me llamo en la mañana para cancelar nuestra salida. Su abuela de Seattle, que estaba enferma, parecía que empeoró y el tuvo que acompañar a su madre. Me decía que lo sentía mucho y prometía compensarme. Lo trate de tranquilizar diciendo que no importaba, que teníamos otros días para salir y que mande saludos a su madre. Colgué y me frustre. Tenia el día libre, sin nada que hacer… ¿Y ahora? Me sentía cuando el final de una película no es lo suficiente, que pareciera que faltaba algo. ¿Y? ¿Qué seguía?

-Hola prima –me tomo por sorpresa Alice entrando en la cocina junto con Jasper.

-Hola –salude y note que mi voz estaba apagada.

-¿Paso algo? –se preocupo Alice y camino hasta mi lado –por favor, haz el desayuno, Jasper –indicó mientras hacia seña que me sentara con ella.

-Si –dijo firmemente Jasper y empezó a sacar unos vasos.

-Llamo Taylor...–susurré.

-Cancelo la cita –susurró Alice.

-Si, algo así –solté un pequeño bufido. Realmente no entendía que me pasaba. ¿Por qué estaba triste?

-¡Hey, tranquila! –trato de animarme Alice mientras me refregaba los brazos –ya que tenemos el día libre… -hizo un silencio y pensó –emm…que puedo mostrarte que no conozcas…

Por los suaves ruidos terminados, deduci que Jasper había terminado el desayuno. Me puso una bandeja delante mío que tenia un te con un plato de galletitas dulces, las cuales eran mis favoritas, un jugo de naranja, unas tostadas con mermelada de frutilla y queso y tostadas sin nada. Realmente olía delicioso.

-Gracias Jasper –lo mire a los ojos –realmente huele delicioso.

-De nada, Jaz. Me alegro que te guste…

De repente, sentí que mis preocupaciones ya no las tenía. Me sentía como liviana, suspire y sonreí. Estaba tranquila.

-Y gracias por tranquilizarme –sonreí.

-Tampoco es nada –sonrió y se sentó junto con nosotras.

-Jazmin… ¿te gustaría conocer el prado Cullen? –la voz dulce de Alice capto mi atención mientras comía una galletita.

-¿Prado Cullen? –pregunte.

-Si, es un pequeño lugar que es hermoso y que varias veces pasamos el tiempo allí –miro hacia la heladera -¡podríamos hacer un picnic! –exclamo.

-Guau –solté y mire a Jasper que sonreía y note que sus ojos, que la miraban, se notaban mas enamorados que nunca. Si eso la hacia feliz… -bueno…dale, me gusto la idea. ¿Les avisamos a los demás?

-Emmett, Edward, Bella y yo salimos de caza dentro de una hora –dijo Jasper.

-Y mi hermana fue al cine con Nessie, Rosalie y Esme… -me acorde yo.

-Y Carlisle esta en el hospital –completo Alice -¡así va a ser una salida de hermanas!

Sentí un escalofríos por la espalda, pero trate de disimularlo mientras tomaba un sorbo de te -Bueno, termina de desayunar y ve a cambiarte. Yo voy a preparar la canasta…

-¿Te vas a poner una caperuza roja y vamos a hacer Caperucita y la abuela? –reí.

-¿Por que no? Tenemos lobos de sobra –rió Jasper conmigo.

-Jaja, muy gracioso –nos hizo burla Alice y se levanto de la mesa.

Termine rápidamente mi desayuno y fui a cambiarme. Puse un poco de música, ya que estando en silencio me hacia acordar el silencio de mi hermana y me aturdía. Busque mis jeans negros, las zapatillas, una musculosa negra y arriba mi camisa escocesa favorita. Por las dudas, tome mi mochila y puse una campera. El tiempo prometía un buen clima, pero no se sabía con exactitud.

Alice me esperaba en la escalera. Ella llevaba un simple jean azul con una blusa blanca y zapatillas, pero lo llevaba con tal elegancia que le quedaba perfecto.

-¿Vamos? –me sonrió.

-Seguro.

Jasper nos esperaba en la puerta para despedirnos. Luego, nos subimos al Volvo y nos encaminamos hacia la ruta que bordeaba los bosques. El del clima había acertado, el cielo estaba totalmente despejado sin ninguna nube en el horizonte. El sol estaba nítido con sus rayos bien amarillos y refulgentes. Me preguntaba si a Alice no le importaba el día.

-¡La vamos a pasar espectacular, ya vas a ver!

-Eso promete el día –reí. Luego pregunte -¿no te molesta que…te vea a la luz del sol?

-No, para nada –respondió despreocupadamente –creo que deberías acostumbrarte, ya que… -y calló.

-¿Ya que que?

-Que…vas a ser unos de nosotros…

-Ah, cierto –murmure –igual…no se, tal vez te incomode…

-No, ni un poquito -respondió nuevamente -¿puedo hacerte una pregunta?

-Si, claro –respondí al instante.

-¿Qué es lo que mas te gusta?

-¿Lo que mas me gusta? –me extrañe y mucho.

-Si…lo que mas te guste hacer…

-Y…no se…muchas cosas –indecisa, mire por la ventanilla pensando.

-Creo que es tocar la guitarra, ¿cierto?

-Si…exactamente –sonreí tímidamente.

-¿Y como te sentís cada vez que tocas la guitarra? –su mirada estaba seria. Realmente me estaba preguntando.

-Es difícil de explicar…es como si realmente…pudiera volar…

-¿Volar? –inquirió sonriente.

-Si, es muy extraño –suspire –es como si cada nota que haga, me elevara mas. Es libertad absoluta, donde mi mente puede divagar y no interesarle nada. Solo en la música. Y mí alrededor parece que desaparece y los acordes lo sean todo…

Suspire y sentí una paz impresionante. Recordar lo que me hace tocar el instrumento que mas adoro me hacia bien. Realmente relajaba. Adoraba mi guitarra, realmente la amaba. Alice me miraba realmente encantada. No entendía porque.

Finalmente, llegamos a una pequeña ruta que terminaba en un sendero. Alrededor había un bosquecito bastante grande que invitaba a su sombra y a su paisaje verde brillante. El aire estaba libre de cualquier contaminante y no había mucha gente alrededor. Bajamos del auto y, al notar la temperatura que hacia, deje mi campera en el auto. Alice me esperaba al comienzo del sendero con la canasta en la mano.

-Vamos, te va a encantar –sonrió Alice.

-¿Es muy lejos de aquí? –pregunte mientras me acercaba a ella.

-No mucho –reconoció -¡Vamos, súbete a mi espalda! Asi llegaremos más rápido.

Me subí y empezó a correr por en medio del bosque. Los árboles y los arbustos eran verdes oscuros y pasaban velocidad inigualable. Alice esquivaba cualquier obstáculo que se le impusiera sin ningún esfuerzo. Al pensar que tal vez algún día yo tuviera ese poder…me hacia temblar. La velocidad con torpeza no era una buena combinación. Sin avisar, se detuvo cuando aun nos encontrábamos en el bosque. Me bajó, y al ver mi rostro, me explicó.

-No quiero arruinarte la sorpresa –sus ojos estaban emocionados y eso los hacia brillar mas – camina derecho hacia aquella luz –me indico –yo te sigo.

Sin entender nada, le hice caso ya que no creía que hubiera peligro. Camine unos metros derecho por el sendero. Cuando pase unos árboles finalmente habíamos llegado. Quedé con la boca abierta.

El prado era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado. De repente, capte un leve sonido, como un arrullo.

-Es un lago –intervino Alice en mis pensamientos –esta a pocos metros de aquí.

Definitivamente era hermoso. Más hermoso que cualquier lugar.

-Te dije que te iba a gustar –la excitación de su voz me hizo reír -¡Vamos a sentarnos allá! –gritó y me tomo de mi mano.

La hermosura del prado fue injustamente opacado por la piel de Alice a la luz del sol. Los brillantes inundaban su piel por todos lados y la hacían más perfecta de lo que ya era. Pobre prado.

Me llevo hasta el centro del lugar, sacó una pequeña cobija acuadrille y la puso en el suelo para que nos sentáramos. Estábamos justo al frente del hermoso lago. Sacó un refresco y un vaso.

-Por si tienes sed…

-Creo que entendí –sonreí –esto es…hermoso…

-Edward lo encontró hace tiempo, antes de conocer a Bella.

Hubo un silencio. Solo el sonido del agua del lago lo interrumpía. No sabía que hacer ni decir. Era media tonta como para romper el hielo, así que, como me lo veía venir, Alice lo quebró contándome anécdotas de la familia. Su llegada con Jasper, de su primera cacería, de las apuestas con Emmett y más. Era todo muy gracioso.

Realmente, no sabia como lo hacía, pero Alice lograba lo que nadie logro en tres años. Ella hacia que ese pequeño dolor que sentía en el pecho, que yo disimulaba exitosamente todos los días, desapareciera por el momento. Era excelente y extraño a la vez. No era como con Edward que ocupaba el vacío, si no que parecía que no existiera, que me relajaba y lograba pensar otras cosas.

Después de reírnos de una pelea de Rosalie con Jacob, Alice me quedó mirando media dubitativa.

-¿Qué sucede, Alice? –pregunté.

-Nada, solo… -vaciló –quisiera saber si…te molestaría hablar de mi tíos…de tus padres…

-Ah… –me sorprendió –Emm, no esta bien…creo que podré hablar del tema…

Alice se acomodó cruzando las piernas y apoyando su dulce rostro entre sus manos. Parecía una pequeña a punto de escuchar una historia de su abuela. Yo empecé mi historia.

-Mis padres se llamaban Maria DiSanto y Esteban Cullen. Él se lo había cambiado cuando había llegado a la Argentina ya que el real era Charles. Conoció a mi madre en la facultad donde estudiaban abogacía, se pusieron de novios y a los dos años se casaron. Al año que se casaron nos tuvieron a nosotras. Nos criaron realmente bien, fueron…unos excelentes padres –tartamudeé un poco, pero pude seguir – yo siempre fui la consentida de mi padre. A Nancy y a mi nos amaba con el corazón, pero mi intuición me decía que él me quería mas a mi, nunca supe porque…Mi madre siempre estuvo cuando la necesité. Cuando era pequeña, a la noche, me arropaba y me contaba un cuento que ella misma inventaba. Yo ponía los personajes, que eran siempre mis amigos del barrio, y yo siempre era la protagonista –solté una risita –Eran espectaculares esos cuentos. Era el momento del día que mas disfrutaba. Ella hacia que mi imaginación volara a niveles que pensaba que eran imposibles. Investigaba casos como Scooby Doo, peleaba contra los malos como los Power Rangers y tenia mi propia banda como Paramore o Blink 182…

-Eso no cambio –sonrió Alice.

-Es cierto -me reí –Tambien me acuerdo de un momento muy especial con mi padre. Él siempre estaba cuando yo quería jugar fuera lo que fuera. Desde chica siempre tuve miedo a las muñecas –me ruboricé –así que él siempre que llegaba a mi casa, veía que mi madre estaba ayudando a Nancy a hacer la tarea, así que agarraba la pelota y me llevaba a jugar a la plaza de la esquina de casa…¡Que locura! –nos reímos las dos –y hay algo que jamás olvidare –suspire –En mi cumpleaños numero doce me había levantado temprano y fui hacia el comedor, donde sabia que él estaba desayunando. Apenas me vió, sonrió, se levanto de la silla y me levanto por los aires. Me abrazó, me beso y me dijo que mi regalo me esperaba en el living. Sonriendo, corrí, seguida por él, hacia el living y ahí estaba. En su funda negra que abrí con desesperación y la vi por primera vez. Mi guitarra. Nunca fui tan feliz en mi corta vida como ese día. Me acuerdo que desde ese momento nunca me separe de mi guitarra, tocándola día y noche –Alice me miraba atenta y sonriendo. Los recuerdos nítidos estaban en mi mente y me hacían reír todos los días –Una noche…estaba a punto de dormirme, pero me acorde que no había saludado a mis padres. Me levante y fui hacia su cuarto. Ellos ya estaban dormidos, así que sigilosamente, me acerqué, los bese a cada uno y susurré “Los amo”. Luego me fui sin hacer ningún ruido –suspire y arrugué mi ceño. De lo siguiente no lo olvidaría nunca -Al día siguiente, Griselda nos despierta mas temprano de lo acostumbrado y dijo que nos buscaban. Extrañada, me levante y, seguida por mi hermana, fui hacia la puerta principal. Ahí nos esperaban dos oficiales de policía. Uno de ellos era el mejor amigo de mi padre, Gastón, que se conocían hace años. Me preguntaba que pasaba, ya que era todo muy raro. Ligeramente, sentí que mi hermana me tomaba de la mano. “Chicas –empezó Gastón –lamento…lamento decirles que sus padres tuvieron un terrible accidente automovilístico en la autopista. No sobrevivieron. Lo siento”. En ese momento me acuerdo que no sentía nada. No sentía dolor físico ni emocional. Sencillamente no sentía nada. Mi hermana sufrió un ataque de histeria en mis propios brazos. Yo no debía caer en ese momento porque no había nadie que sostuviera a mi hermana –sin darme cuenta, algo paso. Mi voz iba decayendo y había algo que intentaba escaparse por mis ojos. Lagrimas –nunca caí delante de ella. No podía permitírmelo. Soy todo lo que ella tiene. No quiero que vea que…

Sin darme cuenta, sin detenerme siquiera, me derrumbé. Lloré como nunca había llorado. Por primera vez en tres años me permití llorar. Lo necesitaba. Todo ese dolor había permanecido por tanto tiempo que finalmente estaba saliendo. En un momento, sentí algo frío y duro me abrazaba. Alice hizo que mi cabeza se apoyara en su pecho mientras trataba de tranquilizarme. Sentía que ella tambien estaba como llorando. Un pequeño sonido que retumbaba en su pecho me lo hizo notar. No llore mas, pero quería permanecer en ese lugar. Ella seguía acariciando mis brazos y apoyo su mentón en mi cabeza. Nos quedamos así unos dos, tal vez tres minutos. No quería arruinar esa tarde que ella me había ofrecido con promesa de diversión.

Me separe como pude de su pecho. Mire a su rostro. Alice mostró una pequeña sonrisa y secó las lágrimas que quedaron en mis mejillas. Se veía satisfecha.

-Gracias –solté al saber que ella lo había planeado ya que seguro lo había visto.

-Te veía mal desde que llegaste. Y quería saber porque. Lo único que necesitabas era alguien que te escuchara –me tomo de las manos –Jaz, se que hace solo dos meses me conoces, pero quiero que sepas que podes contar conmigo para lo que necesites. No soy tu prima, soy tu hermana. Tómalo como tal.

-Gracias, Alice. En serio –sonreí.

-Ahora, come algo –me dijo alcanzándome unos sándwiches de la canasta –te va a hacer bien.

Estuvimos charlando un rato más. Yo estaba sentada con mis piernas cruzadas y apoyada con mis manos mientras Alice estaba recostada en mis piernas.

-Alice, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Si, la que quieras –dijo mientras jugaba con una flor.

-¿Reneesme…tiene algo en contra mío? –casi susurré. Varias sospechas rondaban en mi mente y quería sacarme la duda.

-No, no es eso –respondió ella –solo esta celosa.

-¿Celosa?

-Por lo de Edward –se encogió de hombros –salió un poco a Rosalie. Edward la ama y lo sabe, pero no esta convencida. Por eso…tal vez…este un poco indiferente con la familia. Entiende, ella es la mas pequeña de la familia y tenia toda la atención, hasta que llegaron ustedes…

-Pero yo no pedí nada…

-Ella exagera tambien –suspiro –la verdad, que últimamente, no la entiendo.

Suspiro y me regalo la flor. Solté una risita y la tome. En eso estábamos cuando ocurrió lo menos esperado.

Escuche que la tierra retumbaba, como que algo pesado se estaba acercando. Instantáneamente, mire a Alice. Ella me miró tambien.

-¿Quién es? –susurré.

Miro hacia el bosque. El sonido se hacia mas fuerte. Alice me hizo señas que me quedara callada y se levantó. Me tomo del brazo y me puso detrás de ella. Por unos minutos, un silencio mortal inundo el prado. Solo el sonido del lago era audible, pero los pájaros y cualquier bicharraco del bosque estaban callados. Mi respiración era tambien un poco audible. Alice estaba más atenta que nunca.

De repente, pasó.

Algo enorme, fuerte y frío me tomo por la cintura y me hizo girar por los aires. Mis gritos se escucharon en todo el prado, pero su risa fue más fuerte.

-¡¡¡EMMETT!!!

-¡Tranquila, hermana, que no voy a hacerte daño! –reía mientras me bajaba sana y salva a tierra firme.

-¡Me mataste de un susto! –le dije mientras lo golpeaba en el enorme brazo.

Los dos reíamos. Mire y tambien estaba Jasper acompañándonos.

-Fuimos a cazar y quisimos darles una sorpresa –dijo Jasper con una sonrisa mientras abrazaba a Alice –perdón si las asustamos.

-La asustaron –sonrió Alice –pero yo jamás dejaría que algo o alguien le haga daño a mi hermanita.

-¡Tengo una idea! –gritó Emmett -¿y si jugamos a las escondidas?

-Emm, tengo la triste afirmación que ustedes tienen algo que yo no tengo –los mire –velocidad, olfato…

-No te hagas problema…jugas conmigo –rió Emmett.

-Voy a buscar a Edward y Bella que andan cerca –dijo Alice contenta y corrió hacia el bosque.

Pasamos la tarde a las risas y diversión. Realmente, las metas de las escondidas eran lejanas, pero la velocidad que tenia Emmett y la ferocidad lo hacia mas divertido. Obviamente que el ambiente no estaba del todo bien. Edward estaba ensimismado, como deshecho, pero no lo demostraba y jugaba normalmente. Había escuchado lo que había hablado con Alice de lo de Nessie. Creo que no era el momento para hablarlo, pero en algún momento debíamos hacerlo.

Finalmente, el crepúsculo nos dio el indicio de que era hora de irnos a casa. Mientras juntaba las cosas, sonó mi celular. Taylor.

-¿Taylor? –solté al auricular.

-¡Hola! ¿Cómo estas? –preguntó. Vi que Edward suspiro lo bastante fuerte para que lo escuchara.

-Bien…Salí con mis hermanos a un día de camping.

-¿La pasaste bien?

-Si, fue muy divertido –reí.

-Me parece bien que disfrutaras el día –suspiro –llamaba para preguntarte… ¿Qué haces este sábado?

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