¿Alguna vez deseaste lo que es imposible? ¿Que pasaria si eso se vuelve realidad?

martes, 23 de noviembre de 2010

19. Día Esperado, Circunstancias Inesperadas.

Al otro día prácticamente me sacaron de la cama. Ni siquiera pude despertarme del todo cuando me di cuenta que no estaba apoyada en mi cama, si no que me agarró Edward y me tiraba al aire.

-¡¡¡Edward!!! –desperté gritando.

-¡¿Estas despierta?! –estaba muy feliz y excitadísimo.

-¡¡¡Si, lo estoy!!! ¡¡¡Por favor ya para!!!

Entonces paro, me abrazó y me acuno en sus brazos. Estaba que saltaba de alegría, se le notaba en sus ojos y en su sonrisa.

-Feliz cumpleaños –sonrió.

-Gracias –pude responder. Su dulce aroma no me permitía responder muy bien, pero lograba seguir viéndolo…en su mayor resplandor.

-Es hora de levantarte –me dijo dejándome apoyada en mi cama –hay muchas cosas por las que empezar el día.

Mientras trataba de pararme, el me observaba divertido. Mire a mi hermana que estaba con Emmett saltando unos árboles. Como le gustaba hacer eso. Creo que en el fondo, mi hermana era un mono. Me reí sola de mi ocurrencia. Luego reaccione.

-¿Amalia? –dije rápidamente.

-Esta con Alice organizando unas cosas. Esto lo estamos haciendo a “hurtadillas” –su sonrisa parecía que quería salirse de su rostro.

-Me gusta –sonreí –esperame, me voy a cambiar.

Cuando Emmett trajo de vuelta a mi hermana, él y Edward nos acompañaron a desayunar. Apenas traspasamos la puerta de la cocina, el coro mas afinado del mundo nos estaba cantando el Feliz Cumpleaños. No podía creer que mi familia tenga semejante perfección. Detrás de ellos nos esperaba un desayuno de lujo. Cuando terminaron, uno por uno se nos fue acercando y nos saludaron.

-Feliz cumpleaños, niñas –Esme con todo su amor nos abrazó a las dos.

-Muchísimas gracias, Esme.

-Todo fue idea de Alice y Amy… -nos sonrió Carlisle mientras nos saludaba.

-¿Por qué no me extraña? –soltó mi hermana.

-¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!! –chilló Amalia entrando por la puerta trasera corriendo hacia nosotras. Nos abrazamos entre risas.

Finalmente, desayunamos entre charla y charla de la familia. La estábamos pasando genial. Nuestros dulces dieciocho. Me subió un pequeño estremecimiento por la espalda.

El desayuno, obviamente, estaba delicioso. Realmente, Jasper tenía buena mano en la cocina. Luchamos para que nos dejen limpiar, pero Esme se opuso totalmente. Así que apenas terminamos de desayunar, fuimos a nuestro cuarto a organizarlo un poco. Amalia últimamente estaba mucho con Alice, cosa que temía bastante. Amalia ya era bastante traviesa…junto con Alice…no quería ni imaginarlo.

Estábamos en nuestro cuarto junto con mi hermana ordenando las últimas cosas mientras escuchábamos música, cuando vemos que Bella se asoma por la puerta.

-Bella –solté -¿necesitas algo?

-Emm…-decía mientras metía sus manos en el jean oscuro que tenía puesto –con Alice les tenemos un regalo…

-¿Mas todavía? –sonreí yo.

-Si…emmm…Alice, Emmett –llamó y los dos aparecieron en la puerta –es una sorpresa, así que Emmett y Alice les van a tapar los ojos hasta que lleguemos al lugar donde esta su regalo –explico sonriente.

-Adoro las sorpresas –soltó mi hermana.

Alice me tapo los ojos a mi y Emmett a mi hermana. La risita de Alice me puso los pelos de punta. ¿Qué mas podría estar tramando esta persona tan adorable?

-Alice, no era neces…

-¡¡¡Chito!!! –me calló. Mi hermana y yo soltamos una risita -¿Bella?

-¿Listos? –dijo Bella. Adivine que estaba sonriendo.

-Estamos listas –dijo mi hermana.

Nos sacaron del cuarto, nos hicieron bajar las escaleras y caminamos unos cuantos pasos más hasta que escuche que la puerta principal se abría. Sentí el viento fresco de afuera y el aroma del bosque.

-¿Están preparadas? –preguntó Alice.

-Si…eso creo –solté nerviosa.

-¿Si o no? –volvió a preguntar Alice.

-¡¡¡Alice!!! –gritamos con mi hermana.

-Ahora –dijo Bella suavemente y mis ojos tuvieron que acostumbrarse a la luz del dia. No estaba soleado, solo un poco nublado y una leve llovizna nos mojaba el rostro. Cuando finalmente pude ver claramente, no podía creerlo.

-Wow –soltamos a coro con mi hermana.

Al frente de la puerta principal nos esperaban dos BMW Mini Coopers nuevos. Uno color negro con líneas blancas y otro rojo con líneas negras. Estaban cien por ciento nuevos, brillaban a más no poder. Mi hermana y yo no reaccionábamos.

-Feliz cumpleaños –dijo Bella mientras nos entregaba las llaves.

Yo no sabia si las había agarrado o no. No podía creerlo. Mi hermana estaba igual.

-Alice, creo que tenemos que ayudarlas –susurró Emmett.

Alice me agarro del brazo y me llevo delante del Mini Cooper negro junto con Bella. Emmett fue con Nancy al otro auto.

-Jaz…este es un regalo mío y de Bella. Espero que te guste…

-Wow… -lo único que salía de mi boca. Alice sonrió. Luego reaccioné. No podía creerlo. Un auto. Para mí. Y para mi hermana. Un auto. Mi mente estaba bastante tartamuda.

-¿Sabes manejar? –inquirió sonriente Bella.

-Algo –respondí ya que recordaba unas pocas clases que me había dado mi padre –no mucho.

-¿Podes arrancarlo? –me preguntó Alice mientras se sentaba junto conmigo en el lado del copiloto.

-Si…eso creo…

Puse la llave en el contacto y la gire. Un pequeño ronroneo me sobresaltó. La risa de Emmett del otro lado hizo que me ponga colorada.

-Hoy a la noche, después de la fiesta, te enseño a manejarlo –sonrió Alice.

-No se que decirte… -me sincere.

-Por lo menos, decime si te gusta…

-¡Obvio que me gusta! –reí –gracias…

-De nada –dijo mientras salía del lado del copiloto.

Salimos de los autos y fuimos adentro a agradecerles también a Carlisle y Esme. Algo tenían que ver seguro. Mientras hablábamos, me llega un mensaje de texto al celular “Ven a mi cuarto. Te tengo una sorpresa. Edward.”. Solté una sonrisa, pedí disculpas y subí hasta el tercer piso donde estaba su cuarto. Realmente estaba ansiosa. ¿Qué podía estar tramando? Me pare al frente de la puerta y me arregle un poco el pelo. Di unos pequeños golpecitos con el puño. Al segundo, la puerta se abrió y el rostro feliz y sonriente de Edward estaba ahí, esperándome.

-Hola –me saludó.

-Hola –sonreí al verlo.

-Ven –me tomo de la mano –quiero mostrarte algo.

Me arrastro hasta adentro de su cuarto. Apenas traspase la puerta, se detuvo delante de mí y me miro.

-Cierra los ojos –su sonrisa me contagiaba. Realmente estaba feliz.

-¿Qué?

-¡Cierra los ojos! –insistió sonriente –decidí que sea una sorpresa.

-¡No, Edward! No me hagas esperar… -no pude continuar por que sus ojos suplicantes me atraparon.

-Por favor… -suplicó.

-¡No es justo que hagas cara de vampirito mojado sabiendo que es un golpe bajo!

-Mmm, entonces… -en una milésima de segundo se puso detrás mío y me tapo los ojos con sus manos –tendré que taparlos…

-Malvado –sonreí.

El se rió suavecito. Sus manos frías tenían un aroma hermoso, embriagador.

-Camina unos pasos hacia el ventanal norte –ordenó. Obedecí al instante -¡Para! –me detuvo –ahora camina hacia la cama…

-¿Estas bromeando? ¿De que cama hablas? –solté incrédula.

-Uh, cierto que no sabias… -mantuvo su voz baja –dobla hacia el equipo musical –obedecí –detente y ponte de frente hacia la puerta…listo.

-¿Listo?

-Si –supe que estaba riendo -A la cuenta de tres…uno…dos…tres.

Saco sus manos y mis ojos se abrieron. Arriba de una cama matrimonial de súper lujo posaba una hermosa Les Paul Gibson original de color negra con dorado. No podía creerlo. Me quedé mas sorprendida que con el auto. Una Les Paul…para mí. Me di vuelta, sonreí y lo abracé.

-Me alegro que te guste –rió.

-Edward, esto es demasiado…

-No, no lo es –su sonrisa torcida apareció –el otro día te escuche ensayando y me encantó. Era un tema lento, no se muy bien porque no lo conocía. En fin, se que tu guitarra vale demasiado para ti porque te la regalo tu padre, pero quiero que sepas que nunca quise opacarlo. Solo quise darte algo con que siempre me recuerdes. Una guitarra es algo simple, pero para ti no lo es. Por eso sabia que te iba a gustar –me tomo del brazo lastimado –todavía no puedes tocarla por el tema de la herida, pero en unas semanas tendras el brazo como nuevo y…

-No –lo interrumpí y mire la guitarra –puedo tocarla –me acerque hasta la guitarra. Parecía que me había hipnotizado.

-No es buena idea. Luego va a dolerte y tenés la fiesta…

-Confia en mi –le dije y lo mire para infundirle confianza.

-Esta bien –dijo finalmente –ahí esta el amplificador.

Tome el cable, la enchufé, subí el volumen hasta que tenia retorno, y cuidadosamente me la colgué. Hice un pequeño rasgueo en sol y sonó como Edward. Perfecto. Sonreí. Una guitarra…esto no me lo esperaba. No podía ser más feliz. Hice unos acordes de una canción lenta. Edward asentía.

-Esa es –suspiró feliz -¿Cómo se llama?

-Es de Pink, Please Don’t Leave Me…

-Me encanta –sonrió.

La seguí tocando. Mi mano no me dolía, ya que solamente hacia el rasgueo. Si era un punteo, no lo iba a poder hacer. Y si lo lograba, iba a doler y mucho. Edward se recostó en la cama mirándome. Baje el volumen y deje la guitarra en la cama.

-No, por favor –pidió Edward tomándome de la mano –canta algo…

-¿Quieres…que yo cante algo?

-Por favor –suplicó. Lo decía en serio. Sus ojos estaban más dorados que nunca antes.

-Esta bien –suspire. Me senté al lado de el y apoyé la guitarra en mi regazo. Tome de mi bolsillo el transporte y lo coloque en el lugar exacto. Tome una púa y empecé a tocar la introducción. Edward cerró los ojos. La melodía era muy dulce y sencilla. Luego, empecé a cantar.

When I was younger

I saw my daddy cry

And cursed at the wind

He broke his own heart

And I watched

As he tried to reassemble it

And my momma swore that

She would never let herself forget

And that was the day I promised

Id never sing of love

If it does not exist

But darling,

You, are, the only exception…

Cada vez que cantaba el coro, lo miraba de reojo. Era la canción perfecta para nosotros dos. El era mi excepción a todo. La única excepción por la cual yo seguía peleando en mi vida. Viéndolo ahí, con los ojos cerrados, se volvía un ángel, mi ángel. Mi padre. No podía creer que el lograra que yo sea feliz nuevamente. Mucha gente lo intento, pero nunca lo logró. Pero con tan solo verlo esa primera vez él lo logro.

Cuando finalicé, lo miré. Su rostro estaba iluminado al igual que sus ojos ahora abiertos. Una sonrisa se expandió por su rostro.

-Es hermosa –soltó.

-Si, es una de mis favoritas –contesté –es de Paramore. “The only exception”.

Deje la guitarra y el se levantó para ayudarme a guardarla.

-Quiero dejarla aquí hasta que Amy se vaya –pedí.

-¿Por qué? –preguntó curioso.

-No quiero que se estropee ni nada…

Dudo un momento. Luego me miro.

-Tienes miedo a romperla. No miedo, terror –sonrió burlón–confio en ti. Llevala.

Lo abracé. El acurrucó un beso entre mis cabellos y sus brazos me sujetaron fuerte. Era un momento hermoso. Sentía mi corazón latir desaforadamente, mi respiración se entrecortaba…aunque no parecía, estaba feliz. Muy feliz. Lo tenía como padre, nada podía ser más perfecto. Nada lo arruinaría, ni un lobo-vampiro ni unos vampiros sedientos de sangre humana. En ese momento, solo éramos Edward y yo. Nada más importaba. Ahora entendía a mi hermana, su situación con Emmett y Rosalie.

Cada vez que Nancy miraba a Emmett o se acercaba Rosalie a su lado, parecía que los demás dejábamos de existir, solo estaban ellos. Se notaba que los necesitaba. Supe que Rosalie siempre quiso tener una familia perfecta, un marido amoroso y un hijo hermoso...una familia común y corriente. Normal y humana. Pero nunca llego a cumplirlo, ya que su prometido la maltrato y la mato el muy desgraciado. Carlisle la encontró en la calle mal herida. Gracias a él, Rosalie se salvo y se convirtió en alguien más perfecta de lo que era: mas hermosa, escultural, todos los hombres la deseaban…pero no podía tener una familia de verdad. Salvó a Emmett de un ataque de osos y lo llevo a Carlisle para que lo transformara. Lo quería para ella. Y pudo tener a su pareja, pero no lo que ella tanto anhelaba en vida…un hijo. Hasta que vio a Nancy. Nancy se convirtió en la hija que siempre quiso y Rosalie en la madre que mi hermana necesitaba. Aunque ambas sabíamos que no era lo mismo, pero si ella era feliz, yo también.

Yo solo tenía a Edward. Es todo lo que necesito y quiero. Nada más. El llena mi vacío, hace que se llene solo con su presencia. Era realmente maravilloso.

-Hoy Seth va a estar aquí –interrumpió mis pensamientos.

-Seth… -eso hizo que lo abrace más fuerte.

-Tranquila…si quieres, hago que se vaya –hizo una sonrisa de suficiencia. Lo dude por unos segundos.

-Tal vez solo venga a saludar –solté, tratando de convencerme a mi misma.

-Como quieras –y me beso en la frente.

Salí de su cuarto para dirigirme al mío. Mi hermana no estaba. Lo arregle un poco, puse música y coloque la guitarra en un sitio bastante seguro como para que no se golpeara o algo. Estaba realmente contenta. Todo iba como realmente lo esperaba. Amalia estaba en el lugar mas seguro de su vida, Jasper ya no estaba enojado y me quería un poco más y Reneesme llegaría a las pocas horas y se arreglaría todo.

Repentinamente, busque la cámara digital en la mesa de luz y las pilas. Quería ver una sola cosa. Busque entre las fotos finales, y ví la primera foto que me saque con Edward en el prado. Era hermoso. Después la iba a imprimir.

Mientras estaba despatarrada en mi cama viendo unas ultimas fotos que nos habíamos sacado con mi hermana en Buenos Aires, siento que golpean mi puerta. Me extraño bastante.

-¿Si? –pregunte sin levantarme de mi cama.

-Jaz, soy Embry –la voz grave del hombre lobo me sorprendió.

-Voy –grité y me levante para abrirle la puerta -¡Hola! Nan no esta acá, creo que esta con Amy y Rosalie en el cuarto de Rose…

-No vengo a verla a ella –suspiro sonriente –vine a hablar contigo.

Eso me sorprendió más aun. ¿Qué podía interesarle Embry conmigo? ¿Habrá venido en nombre de Seth? Me encrespé enseguida.

-No vengo por Seth –me contestó a mi pregunta mental –vengo por Nancy -Entendía menos -¿puedo pasar? –pidió.

-Si, seguro –dije y me corrí de la puerta. Hice una apuesta mental de que no pasaba por el marco de la puerta por tan grande que era. Perdí, pero aun así, seguia siendo grande igual. Sus brazos enormes, su ligero bronceado y su pelo corto lo destacaban. Y su altura, creo que llegaba a los dos metros fácil.

-Sentate –indique la cama de mi hermana –por favor, contame que anda ocurriendo.

-Si –rió nervioso –quería…quería hablar seriamente contigo por la relación que tengo con ella.

-Mmm –murmuré -¿paso algo malo?

-No, nada de eso, solo…como sos la única familiar de “sangre” –hizo las comillas y yo sonreí por la ironía –quisiera…pedirte la mano de tu hermana.

Se me abrió la mandíbula con un sonido hueco. Y no se cerraba.

-¿La mano de mi hermana? –pude decir.

-Si –medio que su voz le tembló –amo a tu hermana, realmente la amo. Nunca me sentí nunca así con nadie. Es la persona que más quiero en mi vida, lo más importante. Más importante que mi propia vida. Es hermoso lo que siento y soy incapaz de explicarlo con palabras. Ella…simplemente apareció en mi mundo para mejorármelo. Yo se que soy un hombre lobo, pero ella va estar segura conmigo –en un segundo se me vino a la mente el rostro de Emily, la esposa de Sam. El pueblo decía que era un oso la que la ataco y le dejo unas cicatrices de garras del lado derecho del rostro hasta el brazo derecho. Cerré la mandíbula con un sonido sordo. “Los hombres lobos son inestables, no pueden controlarse si tienen demasiada ira”. La voz de Jasper resonaba en mi mente. Y tenia razón –se que estas pensando que no somos estables, pero yo se que puedo controlarme con Nancy…

-Se que no es un buen ejemplo, pero Emily es la razón viva de que son peligrosos. Sam la ama, pero aun así salio lastimada. Embry, el compromiso no es un juego…

-¡Lo se, se que no lo es! –se levanto exasperado y caminaba nervioso como un león enjaulado –pero…no puedo estar lejos de Nan. Ni siquiera intentarlo. Ella es mi todo. La amo –sentí un vuelco de mi estómago –si…exactamente la amo.

Hubo un silencio. El solo sonreía mirando al techo mientras se tomaba la cabeza con las dos manos y se despeinaba involuntariamente el cabello. No, no podía. Definitivamente, no podía. Mi hermana tiene diecisiete años. ¡No puede casarse a los diecisiete! ¡Es una total locura! Ella todavía no era madura, no sabia lo que hacia. ¿Ella sabría esto de Embry, lo que estaba haciendo? Yo no podía creer que el viniera a hablar esto conmigo. Estaba pidiéndome la mano de mi hermana. Realmente lo estaba haciendo. Pensé que este día jamás llegaría, pero llego mas rápido de lo que realmente había querido. No quería saber detalles de nada, pero por las dudas pregunte:

-Me imagino que ustedes…todavía no… -no sabía como explicárselo mejor, pero no hizo falta. Embry la cazo al vuelo.

-¡No, nunca! ¡Jamás lo haría si ella no quisiera! –me respondió rápidamente.

-Mejor –solté aliviada –y tampoco quiero detalles de su conversación al respecto, solo me alegro de que mi hermana haga bien las cosas –suspire -¿Ella sabe que estas aquí pidiéndome esto?

-No –contestó al instante.

-¿Emmett?

-Tampoco.

-¿Rosalie?

-¡Menos!

-Mmm, entiendo –solté –sabes que si ellos se enteran, te matan…

-Ya lo deben de saber…Edward vive leyéndome la mente…

Cerré nuevamente la mandíbula con un sonido sordo. No sabia que hacer. Yo quería a mi hermana, obvio, y quería lo mejor para ella. Y Embry era lo que ella más quería. Lo sabía. Cada vez que la veía con él, sus ojos brillaban y siempre había una sonrisa en su boca. No podía descartar lo de su corazón latiendo a mil por hora, porque ella también lo sufría. Pero la quería. Y quería lo mejor para ella, lo que le hacia mas feliz, eso mas que obvio.

-Yo nunca la lastimaría, Jaz, nunca. La amo y no puedo vivir sin ella.

-Embry, nos vamos a transformar en una semana…

-Eso no me impide nada. Lo acepte sin ninguna dificultad y la apoyo en su decisión.

Suspire.

-Esta bien, Embry. Te doy la mano de mi hermana.

Sus ojos salieron de sus orbitas de tanta felicidad.

-¡¡¡Gracias Jaz!!! ¡¡¡Gracias, gracias, gracias, gracias!!! –se acercó a mi y me levanto en los aires como si nada.

-Jajaja, de nada Embry…

-¡Sos la mejor! ¡Hoy voy a comprarte el mejor regalo que te pueden dar en tu vida!

-Creeme que ya me los dieron…

-No el que yo estoy pensando –sonrió y me dejo de nuevo en la cama.

-¿Cuándo se lo vas a decir a mi hermana? –pregunte inmediatamente.

-Hoy a las doce, cuando ya sea mayor de edad. Y delante de todos –sonrió.

-Esta bien –reí.

-Me tengo que ir –cambio rápidamente su rostro –Sam me llama –se acercó y me abrazó –gracias, en serio Jaz. Me hiciste el hombre…más bien, el hombre lobo más feliz del mundo.

-De nada Embry –le hice un pequeño golpecito en el hombro –ahora ve. Tal vez sea importante.

-¿Te importa que salga por la ventana así entro en fase mas rápido?

-Espera –dije.

Corrí despacio por las escaleras para saber donde estaba Amy. Estaba en el living con Esme y Carlisle colocando como una tarima en la esquina derecha de la casa. Estaban bien alejados del patio izquierdo de la casa. Volví despacio a mi cuarto.

-Zona despejada –dije apenas lo entré –puedes saltar por mi ventana.

-Gracias –sonrió Embry. Caminó hasta cerca de la puerta y empezó a temblar. Hizo un trote ligero y traspaso la ventana de un salto. Si hubiera parpadeado, me hubiera perdido la transformación. En al aire, Embry como que explotó y se transformó en ese lobo conocido color claro y enorme. Cayó en sus patas delanteras y salio corriendo hacia el bosque.

-Guau –solté. Jamás había visto como se transformaban. Era genial.

Instintivamente mire el reloj. Ya eran las seis. Si que pasaba todo rápido. Decidí que buscaría mi ropa, ya que faltaba pocas horas para la gran fiesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario